"Por la noche se oye el 'cri cri' de las paredes que se rompen"
Los vecinos de San Cristóbal de los Ángeles desalojados ayer hablaban de su edificio como si tuviese vida propia: "Las paredes se estiraron", "El edificio crujía", "La casa hacía ruidos", "El bloque parecía que echaba a andar", "Hubo un temblor y tuvimos que salir", eran frases que se podían escuchar en los corrillos que se formaron en la plazoleta que hay frente al número 42 de la calle de Rocafort.
Después del desalojo, la Policía Municipal no precintó el edificio, así que los vecinos estuvieron subiendo y bajando del bloque a sus anchas. "La policía nos ha dicho que no estemos mucha gente arriba por si acaso. Pero bueno...", explicó Ana Morilla, una de las desalojadas. Las grietas cruzan de arriba a abajo la casa de esta mujer. El salón tiene unas rajas enormes, del vestíbulo cuelgan cascotes, desde las grietas del dormitorio se puede ver la calle, los rodapiés están rotos... "Antes del desalojo, una familia tuvo que llamar a los bomberos porque, al abombarse el suelo, la puerta se había atascado y no podían salir", explicó Begoña, otra de las vecinas. Las baldosas de los descansillos están deformadas. "Mira, cabe un dedo", señaló otro residente mientras metía el anular entre baldosa y baldosa.
"Tenemos miedo"
Las cinco familias desalojadas aún no saben cuándo podrán volver a sus viviendas. El resto de los residentes tiene mucho miedo, que se dispara cuando cae la noche y las casas quedan en silencio. "Entonces empiezas a oír cri, cri; cruje todo y te asustas", señaló una vecina. Los residentes de este inmueble son gente humilde, con economías familiares que se sustentan con apenas 700 euros al mes. En algunos pisos, de apenas cuarenta metros, viven hasta siete personas. Además, en los últimos años muchos inmigrantes se han instalado en San Cristóbal de los Ángeles porque los pisos son baratos. Abdelaziz Mamouni vive en el portal contiguo al bloque desalojado. "Toda la manzana (cinco portales) sufre los mismos problemas. No quiero volver a casa", explicó este marroquí.
Los residentes del número 42 de la calle Rocafort aseguran que llevan más de cinco años tramitando el derribo del inmueble. "Pero un residente no quiere demoler y el resto tampoco recibimos el apoyo de las autoridades", apuntaron. Las veinte familias de este bloque han denunciado a los tribunales a la administración "por su inoperancia para resolver los graves problemas del inmueble", según explicó Carlos Monge, vicepresidente de la asociación de vecinos Acasa. Esta asociación reúne a 300 socios afectados por las grietas de San Cristóbal de los Ángeles.
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