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Análisis:FÚTBOL | Primera jornada de la Liga de Campeones
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Algo más que una bronca

José Sámano

Con el mismo molde que la pasada primavera, lo único que ha cambiado por ahora en el Madrid es la escenografía del banquillo. Camacho abronca, se altera, suda, gesticula, arremolina las cejas y se sacude en directo todas las malas pulgas, pero el resultado es el mismo que cuando Carlos Queiroz se ajustaba en silencio y en solitario el nudo de la corbata. El problema está en el campo, donde nada ha variado y se mantienen los peores vicios. El equipo, con las mismas lentejuelas, se comporta como en el último tramo del curso anterior: sin pulso, con más cháchara que juego y con grietas por los cuatro costados.

La defensa, Samuel incluido, se atrinchera tanto que peina el flequillo de Casillas, como en los últimos tiempos de Hierro. Los dos medios centro postizos -Helguera y Beckham- flotan a la deriva sin molestar a un rival y mucho menos barrer los rechaces. Así llegaron los dos goles del Bayer y una decena de claras ocasiones más de los alemanes. El segundo tanto, el remate de França, retrató a Beckham, que le echó un simple vistazo mientras el brasileño se lo pensaba, tensaba el cañón y hacía un guiño a Casillas. Complaciente en defensa como siempre, el inglés tampoco templó el juego. El mismo guión de la pasada temporada. Una partitura bien conocida en todo el universo, pero Camacho tardó una hora en darle carrete por su único enclave posible: la orilla derecha. Como Helguera -una cosa es defender y otra quitar la pelota- tampoco es medio, el Madrid carece de corte y confección.

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Unos metros por delante, a Zidane, un año más castigado, todo le cuesta un poco más. Aún tiene talento para articular el juego ofensivo, pero le falla el depósito y tiene una marcha menos que antaño. A estas alturas, estorbar por el costado izquierdo le resulta escalar el K-2. Roberto Carlos, su escudero en la banda, lo sabe y, como también le asoman las arrugas, se contiene en ataque, su gran virtud. Al otro lado, Figo, animoso él, se enreda y se enreda con ahínco, pero sin gran lucidez. Tiene menos recursos que en los tiempos mozos y pocos le dan una salida. Raúl, simplemente, no se encuentra, por más que Camacho le mantuviera hasta el final, aunque fuera un rato de media punta, otro de interior zurdo y otro de segundo delantero. Menos suerte tuvieron Ronaldo y Owen. El primero se fue a la caseta antes de tiempo con un remate al larguero en la mochila; el inglés ni se quitó el chándal. Con el abismo a sus pies, el técnico murciano prefirió no agrandar la herida que lanzarse a por el Bayer. Toda una declaración de intenciones: Celades y Solari por Figo y Ronaldo, con Owen -también relegado por Morientes- comiendo pipas.

El primer batacazo del curso dejó impresiones inquietantes para este Madrid. Por mucho que el nuevo técnico tenga más gancho parroquial y mediático que su predecesor, los males del equipo no pasaban por maquillar simplemente al jefe del banquillo. Además, cuesta pensar que la receta futura de Camacho sea dar el timón a Celades en detrimento de Beckham, dar vuelo a Solari en perjuicio de Figo, modular las apariciones de Ronaldo en favor de Morientes y sostener al actual Raúl contra viento, marea y Owen. Camacho ya sabe lo que tiene: mucha faena por delante. De momento sus broncas no han sido efectivas. Hace falta algo más que testosterona. Quizá tenga que emplearse a fondo en las alturas. En septiembre puede haber remedio.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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