Rajoy advierte de que hará pocos cambios en el PP porque tiene el aval de 10 millones de votos
El líder de los populares dice que Aznar será presidente de honor del partido "si quiere"
Mariano Rajoy aprovechó ayer la romería anual en el Monte do Gozo, en Santiago, para decirle a sus militantes, empezando por Manuel Fraga, que no esperen ninguna revolución en el congreso que el PP celebrará en octubre: "No quiero que todo siga igual, pero tampoco quiero cambiarlo todo", aseguró en una nueva variante del Gatopardo. Esgrimió los "principios" del PP y "el aval de l0 millones de votos" para minimizar los cambios. Y mantuvo que su programa electoral sigue vigente: "Es un programa serio, para cumplir, no como el de otros que han engañado a sus electores".
Los militantes gallegos le pedían, desde el minuto 1, que diera caña al Gobierno. Se congregaron menos que hace un año, cuando la expectación que desató en Galicia el hecho de que uno de los suyos fuera candidato a jefe del Gobierno abarrotó el monte en el que el PP celebra cada año su romería de inicio de curso. Él les dijo que esperaran, pues primero quería explicarles lo que va a hacer en el XV Congreso.
Les recordó que será un "congreso especial" porque el PP está ahora en la oposición y porque "José María Aznar ha decidido no presentarse a la reelección". Aznar anunció tal cosa en enero de 2002, en el XIV Congreso del PP. Y Rajoy recibió ayer uno de los más cerrados aplausos de los suyos cuando dijo que quería "rendir homenaje a su ingente labor al frente del PP y del Gobierno". El entusiasmo militante arreció cuando proclamó: "Aznar, si quiere, será nuestro presidente de honor. ¡Y a mucha honra!".
Equiparó ese cargo honorífico con el que tiene Fraga desde 1989, mientras los populares coreaban aquello de: "Aznar, por siempre, serás mi presidente".
Oferta programática
Aclarado el papel de Aznar, Rajoy defendió el programa con el que perdió las elecciones del 14-M como totalmente válido: "Hoy está más vivo que nunca", y "tiene el aval de casi 10 millones de votantes, a los que no les vamos a fallar nunca". Por tanto, no hay por qué cambiar esa oferta programática en su congreso.
El líder del PP se arrogó entonces la decisión de nombrar a su criterio los nuevos cargos de su candidatura. "Intentaré hacer un equipo que sea el mejor para España y para el PP. Si me equivoco, seré yo el que me equivoque", aseguró, para negar así que él forme "parte de ningún grupo" dentro del PP. Es decir, que existan grupos más o menos en el centro, o más o menos alejados de las posiciones que ha defendido tradicionalmente Aznar.
Ese nuevo equipo, según Rajoy, deberá "ser capaz de fijar posición política sobre todos" los temas relevantes. Por eso, la nueva estructura de dirección popular se articulará con portavoces de cuatro grandes áreas: Economía y empleo; Política social; Política autonómica; e Interior y Justicia. Los responsables de esas cuatro "secretarías ejecutivas" estarán dedicados en exclusiva a sus tareas.
El nuevo esquema, además, deja claro, por la distancia marcada entre estos nuevos responsables sectoriales y Rajoy, quién es el líder. En todo caso, no se anula la posibilidad de nombrar en el futuro vicesecretarios generales, cargo que ahora ocupan Jaime Mayor Oreja y Javier Arenas, y que sirvió para situar políticamente a los aspirantes a la sucesión de Aznar.
"No tenemos que darle la vuelta a todo, pero hay que adaptarse a los cambios que se producen en la sociedad y predecir el futuro", resumió Rajoy mientras los suyos, cada poco, le reclamaban que empezara ya la caña al Gobierno.
La caña se resumió en decir que el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, "desconoce su obligación" pues "confunde gobernar con saludar". El motivo, según Rajoy, es que "está instalado en la frivolidad", ya que "es un presidente que presta atención a lo accesorio y descuida lo fundamental", toda vez que "está situado en la anécdota".
Zapatero, según lo ve Rajoy, preside "un Gobierno pendular" que "inunda cada día a los ciudadanos con declaraciones, contradeclaraciones y rectificaciones"; que "anuncia una cosa y su contraria", pues "es un Gobierno obsesionado con la imagen al que sólo le importa salir en las revistas de moda".
Rajoy se regodeó en los dos ejemplos de esta semana: las declaraciones de Zapatero en Túnez, donde recomendó a todos los países que sigan el ejemplo de España y saquen sus tropas de Irak, y el precio de los libros de texto. "Lo de Túnez ha sido antológico. Se ha visto obligado a decirle a su secretario de Estado de Exteriores que fuera a pedir disculpas ante la Embajada de Estados Unidos. ¡Quién le ha visto y quién le ve! ¡Disculpándose ante la Embajada estadounidense!", se mofó. Y enmarcó la polémica sobre los libros de texto en la lógica de "un Gobierno en el que nadie pone orden, porque falta liderazgo y criterio sobre todo".
Enfrente situó al PP. Se comprometió a "aportar sentido común" y a "defender el modelo constitucional y la política económica que ha sido buena para España" en los ocho años de Gobiernos del PP. Se comprometió a hacerlo, además, "con buen talante" pues, según él, "no sabría hacerlo de otra manera".
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