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Reportaje:

Hoteleros de nueva estirpe

La cadena High Tech encuentra su nicho en un mercado saturado

Nueva sangre en el panorama hotelero español. Con escasos tres años de vida, la cadena High Tech ha echado raíces en el mapa turístico nacional. Ya controla una veintena de hoteles y la expansión continúa. La estrategia se basa en dos conceptos: colocar sus hoteles en los centros de las principales ciudades españolas y alquilar los edificios en vez de comprarlos. Así ha conseguido reducir su necesidad de financiación y amortizar sus inversiones a mayor velocidad.

Los cinco directivos que crearon High Tech eran la columna vertebral de Tryp antes de que fuera absorbida por Sol Meliá
Es la tercera cadena que mayor número de hoteles tiene en Madrid y prevé aumentar esta cifra en el próximo año

Todo comenzó con una fusión y una escisión. Es finales de 2000 y la cadena Tryp pasa a ser parte de Sol Meliá. La transacción es un éxito. Sol Meliá se convierte en una de las diez principales empresas hoteleras del mundo y controla el 100% de Tryp por 365 millones de euros. Cinco miembros de la antigua cúpula directiva de Tryp, sin embargo, sopesan sus opciones: incorporarse al equipo de Sol Meliá, aceptar alguna de las ofertas que han puesto sobre su mesa las otras grandes cadenas o jugársela y montar su propia empresa. Al final, se decantan por la decisión más arriesgada y arman el plan para crear la cadena High Tech.

"Fue una apuesta personal de los cinco" recuerda Javier Candela, director general financiero de High Tech. Hipotecas y préstamos fueron pedidos para conseguir el capital inicial (dos millones de euros) con el objetivo de sacar adelante a la compañía. Tres años después, el riesgo está controlado. "Tomamos la decisión correcta" asegura Antonio Fernández Casado, director general de marketing de la compañía.

Un modelo distinto

El número de hoteles de la compañía ha ido aumentando hasta el punto que se ha convertido en la tercera cadena que más hoteles tiene plantados en Madrid, con más de una decena. La clave es la ubicación. La compañía, en lugar de comprar los edificios donde abre sus puertas prefiere alquilarlos con contratos a largo plazo (30 años). Con ello, la empresa consigue reducir sus gastos de inversión inicial y además emplaza sus hoteles en edificios emblemáticos y céntricos. "No creemos en los hoteles gigantes ni mal ubicados" apunta Javier Candela.

El número de habitaciones es inferior al de los grandes hoteles, ya que los edificios son pequeños (entre 65 y 70 habitaciones como media), pero a cambio consigue una tasa de ocupación que se asoma al 80%. "No tenemos ningún interés en el mercado inmobiliario", explica Fernández Casado. Esto agiliza la expansión del grupo y le permite recortar el riesgo de inversiones altísimas en inmuebles. A su vez, también supone un riesgo. "Es posible que los dueños de los edificios no quieran renovar y perdamos nuestra inversión en la reforma" admite Candela. Aun así, este sistema les ha permitido encontrar un nicho en el mercado y sortear la necesidad de altos niveles de financiación que requiere un boleto de entrada al sector.

El centro de las ciudades es el campo de batalla que han escogido para ensanchar la cadena. Madrid, Salamanca, Bilbao, Valencia, Sevilla y París son algunas de las ciudades que ha escogido la empresa. Lisboa puede ser el próximo objetivo.

Los hoteles cuentan con una decoración modernista que contrasta con la arquitectura de los edificios que los acogen. Muchos son históricos. Todas las habitaciones incluyen línea ADSL gratuita y un segmento tiene ordenador y televisión de pantalla plana. También tienen habitaciones diseñadas especialmente para acoplarse a las necesidades de familias o inclusive de los ejecutivos que prefieren trabajar desde su cuarto. La cadena ha intentado diseñar habitaciones para cada tipo de cliente. Sus hoteles cuentan con cuartos familiares, con sauna incorporada, con bicicletas estáticas y duchas de hidromasaje. Algunas inclusive ya tienen máquinas de rayos UVA.

Expansión hasta 2009

Los cinco directivos que crearon High Tech eran la columna vertebral de Tryp. Se llevaron consigo la experiencia necesaria para solucionar el rompecabezas que supone levantar una cadena hotelera de la nada. Antonio Fernández Casado, responsable de marketing. Javier Candela, director financiero, Francisco Sánchez, encargado de sistemas informáticos, Antonio Frutos, director de obras y Tomás Baztarrica, recursos humanos, son la cabeza ejecutora, con las líneas de acción de la compañía trazadas y acordadas entre los cinco. Entre ellos controlan el 40% del capital de la cadena. El resto se encuentra dividido entre dos fondos, Dinamia y N+1, de inversión riesgo que han entrado en el capital para impulsar la expansión del grupo. El objetivo ahora es 50 hoteles antes de 2009.

Javier Candela (izq.) y Antonio Fernández Casado.
Javier Candela (izq.) y Antonio Fernández Casado.ULY MARTÍN

Foco de crecimiento en Madrid

Con más de una decena de hoteles en Madrid, la capital se ha convertido en una de las apuestas en firme más importantes del grupo hotelero. La mayor parte de los edificios que han pasado a ser parte de la cadena (todos alquilados con contratos a largo plazo) son antiguos edificios localizados en el casco histórico de la ciudad. Las cirugías que han tenido que soportar estos inmuebles ha permitido rescatar algunos edificios dañados por el paso del tiempo y el descuido.

Las obras de rehabilitación se realizan a una velocidad vertiginosa y cuestan entre tres y seis millones de euros. El último se abrió la semana pasada en la calle Arenal, a pocos pasos de la Puerta del Sol. También hay proyectos previstos en Gran Vía, Serrano y Fuencarral, algunas de las principales arterias de Madrid.

Barcelona es otro de los focos principales, aunque también está presente en Valencia, Bilbao, Salamanca y en París, donde tiene dos establecimientos en la zona de la Ópera. La empresa admite que están buscando establecerse en Lisboa. Expandirse en Europa, sin embargo, todavía no es una prioridad. "Tenemos que ir por partes", sentencia Fernández Casado. El reto es tocar techo en España y agotar el modelo antes de salir afuera.

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