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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Vaticinio fallido

Juan Ignacio Crespo

A comienzos de año los augurios para los fondos de inversión de renta fija a largo plazo en euros eran bastante malos. Y con razón. Desde finales de 1994 la tendencia de los tipos de interés de corto, medio y largo plazo había venido siendo descendente, bien que con abruptas interrupciones en algunos momentos críticos. El resultado de ese proceso fue que los bonos del Tesoro español pasaron a proporcionar un rendimiento por debajo del 4% en algunos momentos de 2003 y 2004, tras haber rentado más del 12% hace 10 años.

Toda tendencia tiene un límite y en el caso de los tipos de interés ese límite es muy claro: 0%. Y aunque para el sentido común esto resulte un absurdo, ésa es la situación que se alcanzó en Japón hace tan sólo un año, con los tipos de interés de corto plazo prácticamente en cero y los de la deuda pública a 10 años en 0,45% (mientras tanto, en EE UU el tipo de interés interbancario a un día llegó a estar en el 1%, y en Europa, donde no ha llegado la cosa a tanto, el Banco Central Europeo los ha bajado hasta el 2%).

Con esta situación era fácil sospechar a principios del año en curso que la tendencia estaba a punto de invertirse. De ahí que se augurara que en 2004 la cenicienta de los fondos de inversión iban a ser los fondos de renta fija que tuvieran en sus carteras bonos de largo plazo, que perderían parte de su valor al comenzar a aparecer en el mercado nuevas emisiones de renta fija con un rendimiento más atractivo que el de esos bonos.

Sin embargo, aunque la expectativa de una subida de tipos de interés de corto plazo en EE UU no se haya visto defraudada, sí lo ha sido la que, de manera generalizada, no le auspiciaba a los fondos de renta fija un futuro inmediato muy halagüeño. Y es que no basta con que se materialicen las causas que darán origen a efectos indeseados para que estos tengan, a su vez, lugar. Tienen que producirse, además, con un calendario determinado. Y en esta ocasión el calendario, por ahora, no podría haber sido más favorable, pues si la subida de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal se ha venido produciendo desde comienzos de verano, y el anticipo que de esa subida hicieron los mercados de renta fija tuvo lugar en la primavera, el invierno había sido aprovechado por los fondos para acumular ganancias de las que restar en tiempos difíciles.

Tras esos acontecimientos más o menos esperados, ha tenido lugar algo que era mucho más difícil de sospechar, y es que la desaceleración de la economía norteamericana y el control de la inflación fueran a permitir desde mayo para acá una intensa relajación de los tipos de interés de largo plazo que, ahora, se sitúan no ya en el nivel en el que estaban a comienzos de año (un 4,18%), sino ligeramente por debajo.

De ahí que los fondos de renta fija en euros domiciliados en España estén acumulando en este momento una rentabilidad media anual del 1,7% y puedan reclamar para sí el, más que difícil, casi imposible objetivo de haber realizado un aterrizaje suave. Al menos de momento.

Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.

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