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Reportaje:

El gigante turco asusta a Europa

La Unión Europea afronta dividida la apertura de negociaciones para el ingreso de un país de 70 millones de musulmanes

Carlos Yárnoz

La ampliación de la UE al Este y la aprobación de la primera Constitución europea han sido las decisiones de mayor calado tomadas este año por la Unión. Las dos han originado polémicas en Europa, pero acaba de dispararse ya un debate mucho más agrio ante la tercera gran decisión del año: la probable apertura de negociaciones para la entrada de Turquía, el gran país de 70 millones de musulmanes llamado a ser el más poblado del selecto club europeo. La Comisión Europea y los gobiernos ya han apuntado sus discrepancias con el miedo al avance islamista en el continente como telón de fondo.

Dos comisarios han abierto el fuego a cañonazos esta semana. Primero, el holandés Frits Bolkestein: "La tendencia actual nos lleva a una sola conclusión: Estados Unidos se mantiene como la única superpotencia; China se está convirtiendo en un gigante económico, y Europa se está transformando en más islámica". Con Turquía dentro, opina Bolkestein, "la liberación de Viena en 1683

"Acusar de islamofobia a todo el que objeta la adhesión es una crítica barata"

[frente al imperio otomano] habría sido en vano" y pueden cumplirse los augurios de que, a la larga, "Europa se convierta en una parte del mundo árabe occidental, del Magreb".

No menos contundente ha sido, y por escrito, el comisario austriaco Franz Fischler, para quien Turquía no es Europa, corre el riesgo de volver al "fundamentalismo" y su entrada puede originar "incidentes xenófobos" y costes inasumibles en ayudas. La religión, afirma, "no es un problema grave". "Acusar de islamofobia, por no decir xenofobia, a todo el que objeta la adhesión

es una crítica barata", dice, para precisar que la división entre Estado y religión es un principio europeo que en Turquía no está asentado "y no lo estará por mucho tiempo".

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Bolkestein y Fischler darán su opinión en la Comisión el 6 de octubre, el día en que el Ejecutivo comunitario aprobará por mayoría un informe para señalar si Turquía cumple o no los requisitos políticos y económicos para abrir las negociaciones de adhesión en primavera. En diciembre, y esta vez por unanimidad, los jefes de Estado y Gobierno tendrán la última palabra.

Ankara llama a las puertas de Europa desde 1963, pero tuvo que esperar hasta 1999 para ser "país candidato". Ahora ha llegado "la hora de la verdad", como repite el comisario de la Ampliación, el alemán Gunter Verheugen, porque, si el paso es afirmativo, significará "el punto de no retorno" para el ingreso de Turquía, aunque las negociaciones duren 10 años. Todo indica que el informe será positivo, aunque fije asignaturas pendientes en derechos humanos (un millar de casos de torturas en 2003), igualdad de la mujer (sigue habiendo crímenes de honor), libertad de expresión (cierre de periódicos y periodistas detenidos) o respeto a la minoría kurda. Verheugen ha visitado Turquía esta semana, pero antes de salir aclaró su opinión: "Hay ya datos suficientes para adoptar una decisión definitiva. Turquía ha hecho progresos impresionantes. Aún no se ha aplicado todo, pero eso es normal. Lo importante es que el proceso continúe".

Bolkestein y Fischler no están solos en la Comisión, pero sí en minoría. Ankara, además, cuenta con formidables apoyos. "Turquía, como potencia europea, pertenece a la Unión Europea", porque la UE "no es un club exclusivo de una religión". La frase, pronunciada en Estambul en la cumbre de la OTAN a finales de junio, no es de un líder de la Unión. Es de George W. Bush, el presidente de Estados Unidos y principal abogado del ingreso turco. Para algunos, con el fin de anclar a Turquía en Occidente. Para otros, como acusa Fischler, porque en "la lista de deseos" de Washington está el debilitamiento del proyecto europeo.

Es la acusación que este comisario austriaco hace extensiva al Reino Unido, el gran valedor europeo de Ankara. "Creo que la entrada de Turquía sería buena para todos y deseo con todo mi corazón un acuerdo positivo en diciembre", declaró en mayo el primer ministro británico, Tony Blair. Junto con el Reino Unido, los Gobiernos de Alemania y España apoyan a Turquía. También el presidente francés, Jacques Chirac, ha hecho afirmaciones positivas, aunque su partido está en contra, quizás a la vista de que el 61% de los franceses rechaza el ingreso turco. Similares porcentajes de rechazo se dan en Alemania (los democristianos se oponen a la entrada), Austria, Holanda o Bélgica, los países en los que están asentados la gran mayoría de los 3,8 millones de turcos que ya viven en la UE.

En buena medida, el rechazo a Turquía se debe al desconocimiento del país, como destaca el informe Turquía en Europa, ¿más que una promesa?, presentado en Bruselas por una comisión independiente presidida por el finlandés Martti Ahtisaari. Destaca el documento el carácter laico del Estado turco, su vocación europea y el dinamismo de un país que crece al 5% anual.

Entre las "impresionantes reformas" turcas, cita el documento la abolición de la pena de muerte, leyes contra la tortura o recortes al poder militar. Entre las ventajas para la UE del ingreso turco se mencionan la "posición geoestratégica única" del país, la seguridad para los suministros energéticos para Europa o su aportación a la lucha contra el terrorismo internacional.

Es esta última una de las ventajas destacadas también por el ministro alemán del Interior, Otto Schily, en un encuentro en Berlín con periodistas: "Algunos tienen miedo. Yo no. Tengo confianza. Si decimos no, habrá una peor atmósfera en Turquía. Quizás sea entonces cuando se convierta en un Estado islámico, se acerque a Irán, desarrolle armas nucleares... ¿Es eso lo que buscamos?" "Excluir a Turquía como miembro de la UE sería un error terrible a ojos de los musulmanes", señalaba en junio Murat Mercan, vicepresidente del gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). "Podría suscitar una grave crisis y una agitación e inestabilidad política a las puertas de Europa", dice la comisión independiente.

Ankara no tiene prisa por entrar, pero sí quiere tener la puerta abierta. "La sociedad turca necesita adaptarse. Mis amigos turcos me han dicho que no les importa tener un largo periodo de adaptación. Lo importante es que reciban el sello de aprobación", asegura Bernard Bot, ex embajador en Turquía y ministro de Exteriores de Holanda, el país que ahora preside la Unión.

El comisario Fischler mantiene que la UE debe tener un plan B para Turquía. Para el Gobierno del primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que el día 23 visitará Bruselas, la puerta de la UE abierta es la gran prioridad y el 75% de los turcos apoya esa tesis. Ellos ni tienen ni vislumbran un plan B.

El primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.
El primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.REUTERS

Condiciones para Ankara

Los requisitos que Turquía, como todo país candidato, debe cumplir para entrar en la UE fueron fijados en una cumbre europea en 1993 en Copenhague. Esos criterios son.

Políticos: instituciones estables garantes de la democracia, primacía del derecho, derechos humanos y respeto de las minorías.

Económicos: economía de mercado viable y capacidad de hacer frente a presiones competitivas.

Comunitarios: integración del acervo comunitario (la legislación europea) y adhesión a los objetivos políticos, económicos y monetarios (el euro) de la UE.

También en Copenhague, en diciembre de 2002, los líderes europeos adoptaron este acuerdo: "La UE alienta a Turquía a que prosiga con vigor su proceso de reformas. Si el Consejo Europeo de diciembre de 2004 decide, basándose en un informe y una recomendación de la Comisión (en octubre), que Turquía cumple los criterios políticos de Copenhague, la UE iniciará negociaciones de adhesión sin dilaciones".

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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