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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Carretera de Castril

El otro día fui desde mi pueblo, en el noroeste de Granada, a Pontones, un pueblo de Jaén. Íbamos por la carretera de Castril, llena de baches, roturas, parches, quitamiedos destrozados hechos de barro y piedras, puentes oxidados sujetados con alambres y tablones, sin arcén... Vi un cruce y le pregunté a mi amigo que a dónde iba esa carretera. Me dijo que esa era la carretera vieja de Castril. Dios mío, si iba por la buena no quise imaginar cómo sería la vieja.

Tardamos dos horas y media en llegar a Pontones. Allí nos dijeron que habíamos tardado mucho porque nos fuimos por la carretera mala. Así que a la vuelta cogimos la buena, que pasaba por la Puebla de Don Fadrique. Al comienzo había un letrero de 20 duros hecho por Pepe Gotera y Otilio que recomendaba la no circulación de camiones de más de 11 metros. En la carretera buena nos encontramos con un pequeño camión, el hombre no nos podía dar paso pues la anchura de la carretera era corta o, mejor, la estrechez de la carretera era ancha, para dar ánimos. Lo peor fue cuando el camión se encontró con otro coche delante, no un camión, sino un turismo. Nos quedamos parados. Nos bajamos y haciendo maniobras y señales el camión pasó y tras hacernos amigos pasamos adelante. Unos metros más adelante nos encontramos con otro camión que venía de frente y le avisamos de que parara en el primer claro que viese porque se iba a encontrar con otro camión. El camionero nos dio las gracias. Estábamos en la carretera buena. Estamos en 2004.

Y la mayoría de los andaluces creen que ellos son los culpables de que la acción del Estado no haya sido suficiente, no ven la verdadera responsabilidad del Estado y de la Junta, porque sus representantes políticos en los parlamentos los convencen: somos unos insolidarios presupuestarios, como dice el delegado del Gobierno en Andalucía. Y se lo creen. Un delegado que hubiese dicho algo semejante en Madrid, en el País Vasco, en Cantabria o en Canarias, ya habría sido borrado de la escena política. El andaluz no, ese irá a alguna consejería andaluza dentro de unos años, está haciendo méritos de domesticación. La solidaridad es del pobre hacia el rico, del falto de inversiones con el sobrado de infraestructuras. A callarse, viva la domesticación socialista.

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