¿Qué significa mentir?
Los principales debates librados en la comisión de investigación del 11-M han girado en torno a una inquietante duda. ¿Mintieron Aznar, Acebes y Zaplana durante los días siguientes al atentado -con fines exclusivamente electoralistas- acerca de la presumible filiación política de los perpetradores del crimen? ¿Fue razonable su machacona insistencia en la autoría de ETA una vez practicado el registro policial -el jueves 11-M por la tarde- de la furgoneta abandonada en Alcalá de Henares y desactivada por los artificieros -durante la madrugada del viernes 12- la mochila sin explosionar de la estación de El Pozo? ¿No apuntaban esos indicios hacia el terrorismo islamista?
Los comisionados y comparecientes del PP se han parapetado tras la definición canónica dada por el padre Ripalda a la palabra mentira ("decir lo contrario de lo que se piensa") para absolver al Gobierno de Aznar de ese pecado. Sin embargo, el campo semántico del verbo mentir desborda las estrechas fronteras de los catecismos tridentinos; la correspondiente entrada del DRAE, por ejemplo, incluye las acepciones "inducir a error", "fingir", "aparentar" y "faltar a lo prometido". En el lenguaje cotidiano, el término mentira soporta significados tales como manipulación, embuste, tergiversación, ocultamiento, desinformación, engaño, malinter-pretación, patraña, impostura o falacia. No en vano el casuismo jesuítico disculpa al fraile que salva la vida del aristócrata perseguido por un sans-culotte mediante el taimado recurso de contestar a la pregunta del revolucionario sobre el paradero de su futura presa con una gestual mentira piadosa: esconder dentro de la manga izquierda del hábito talar la mano derecha con un dedo enhiesto y contestar "por aquí no ha pasado".
En cualquier caso, las razones de fondo para sospechar que el Gobierno de Aznar mintió -en sentido estricto o laxo- con su irracional insistencia en la atribución a ETA del atentado de los trenes de la muerte (altamente improbable una vez descubiertos la tarde del 11-M rastros de Goma 2, detonadores y una cinta coránica en la furgoneta sin placas dobladas) son los ominosos precedentes sentados anteriormente por las estrategias manipuladoras del PP para rehuir cualquier responsabilidad en la catástrofe del Prestige y la tragedia del Yak-42. Pero es inevitable que la negación de las evidencias, la ocultación de los datos y el barrido de la basura debajo de la alfombra terminen cediendo ante la obstinada terquedad de los hechos. Así, el informe publicado hace una semana por el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses sobre la identificación de los cadáveres de los 62 militares españoles procedentes de Afganistán fallecidos en el accidente aéreo del 26 de mayo de 2003 en Trebisonda muestra cómo los forenses turcos identificaron correctamente los 32 cuerpos que les habían sido confiados mientras que el equipo médico militar español extendió certificaciones equivocadas para todos y cada uno de los 30 cadáveres restantes.
No es el primer rotundo mentís a la información del anterior Gobierno sobre el accidente esmaltada de falsedades encaminadas a ocultar las responsabilidades de Aznar y de Trillo, que impidieron en junio de 2003 la creación de una comisión de investigación parlamentaria sobre el accidente. También la juez Palacios y el fiscal Fungairiño obstruyeron durante meses la vía penal; el nuevo fiscal general del Estado ha logrado finalmente que la Audiencia Nacional acepte las demandas de los familiares de las víctimas del Yak-42. La cortina de embustes del Gobierno del PP ha quedado al descubierto. Es falso que los aviones ex soviéticos para el transporte de tropas españolas no hubiesen sufrido accidentes (se produjeron siete) o que ningún pasajero protestase por las deficiencias detectadas en los 44 vuelos realizados (fueron presentadas 12 quejas). La tripulación del aparato siniestrado llevaba más de 23 horas de servicio y la caja de registro de cabina se hallaba estropeada. El coste unitario por pasajero del Yak-42 fue muy superior al pagado por los B-767 utilizados en la guerra de Irak. Las subcontrataciones empresariales -hasta cuatro- rebajaron el seguro por pasajero desde 75.000 dólares hasta los 20.000 del seguro obligatorio. Trillo echa la culpa a Turquía de los 30 errores cometidos por los forenses españoles y Zaplana llora el viacrucis del ex ministro: el PP nunca podrá convencer de esta manera a la opinión pública de que ama la verdad y detesta la mentira.
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