La oposición sabotea el discurso de Fox ante el Congreso mexicano
Los diputados de la izquierda abuchean con pancartas y dan la espalda al presidente
Francisco I. Madero fue también afrentado, pero desde su asesinato en 1913 ningún presidente de México había sufrido la humillación pública, e incluso la soledad, padecidas por Vicente Fox durante su cuarta rendición de cuentas ante el Congreso. Los diputados del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) desplegaron pancartas, interrumpieron su discurso 21 veces, le dieron la espalda mientras hablaba.
El sabotaje acentuó las dudas sobre el grado de compromiso democrático de una izquierda que sueña con alcanzar la presidencia en las generales del año 2006. Fox pidió a todos "una tregua" para conseguir acuerdos. Su consecución es improbable. La sucesión presidencial ocupa la agenda de los políticos encargados de modernizar México, y algunos de los acuerdos reclamados son impopulares, debilitan el corporativismo y la aristocracia sindical y pueden causar costes electorales que pocos quieren asumir. La invitación presidencial al armisticio, la noche del miércoles, en un Congreso cercado por 3.500 policías y miles de huelguistas, no figuraba en el discurso repartido a la prensa. Fue incorporado sobre la marcha: "Les invitó a todas las partes a que hagamos una tregua para que emprendamos el diálogo y alcancemos acuerdos políticos".
La gobernabilidad de México no está amenazada, subrayan los portavoces oficiales, pero el ruido, el fuego cruzado y las zancadillas al contrario, e incluso al compañero de partido cuando incomoda las propias ambiciones, son de precampaña y amenazan con convertir en un calvario los dos últimos años de Fox. Veinte diputados del PRD lo recibieron con fotos, colgadas al cuello, del alcalde de la capital, el populista Andrés Manuel López Obrador, dirigente del partido y probable candidato presidencial porque gana en todas las encuestas previas a las generales.
"¡No al desafuero!", gritó su gente durante la hora y media del discurso presidencial en alusión a la eventual aprobación de la perdida de inmunidad, y posterior procesamiento e inhabilitación del regidor como aspirante por supuesto desacato de una sentencia sobre paralización de obras. "¡Mentiroso! ¡Pinocho! ¡Vendepatrias!", insultaron a Fox. "Es una imagen adelantada de lo que estos cuates pueden hacer si llegan a la presidencia", reaccionó una fuente empresarial.
Metas propuestas
El mandatario admitió no haber logrado todas las metas propuestas, pero subrayó la detención de 32.000 narcotraficantes o cómplices, y fondos federales de cuantía sin precedentes para el desarrollo social, la educación, la vivienda, los pueblos indígenas y contra la delincuencia.
"Hemos sentado las bases firmes. Lo mejor está por venir", prometió. Como en los anteriores tres informes, la oposición negó los logros e imputó al presidente incapacidad e incumplimiento de los cambios prometidos cuando derrotó, en julio del 2000, al Partido Revolucionario Institucional (PRI), régimen durante siete decenios. El alarde de retórica, la convocatoria al fraternal y patriota abrazo, fueron, de nuevo, frecuentes en las intervenciones de unos y otros, pero siempre en colisión con la práctica política. Las reformas para fortalecer la economía y el Estado de Derecho todavía no han sido aprobadas porque el calado de los cambios obliga a cesiones importantes. "La negligencia [de Fox] lleva al país a una peligrosa espiral descendente sin mapa ni brújula", advirtió el senador del PRI Ernesto Gil Elorduy.
Su partido también sueña con recuperar la jefatura de la república y "no secundará ninguna reforma que, aunque sea buena para México, pudiera ser aprovechada electoralmente por el PAN [gubernamental y conservador Partido Acción Nacional]", según una fuente oficial. El cambio político en México, según admitió Fox, muestra aún carencias importantes y una de las más evidentes es que la comunicación entre el Legislativo y el Ejecutivo "no ha sido tan fluida como demandan estos tiempos".
El horizonte es complejo: el Congreso es correa de transmisión de conflictos más que de consensos, la presidencial imperial del PRI dio paso a otra, vejada, y el partido que perdió la primera bulle en corrientes y feudos, y se nutre del descrédito oficialista; paralelamente arrancan protestas sindicales de equivoca intención, y el PRD bate tambores de guerra proclamando que el gobierno y sus aliados fraguan la aniquilación de su gallo favorito: López Obrador.
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