Clave: Luanda
La clave sería Luanda. En la capital de Angola vive desde hace año y medio esta joven cantante y compositora brasileña. Y Luanda es el nombre de la editora y la promotora de conciertos de Djavan, así como del sello discográfico creado recientemente por el padre de Flavia Virginia. Aunque ella no va de hija de Djavan. Por lo menos en el Central -uno de esos escasos lugares en Madrid donde la música suena en directo todas las noches y que debería ser objeto de protección oficial- no presumió de padre importante.
Flavia Virginia (Maceió, 1972) estudió armonía, contrapunto y orquestación, y participó como vocalista en giras y discos de Marisa Monte, Maria Bethãnia o Gal Costa. Ya ha presentado su propio trabajo en clubes de París, Buenos Aires o Amsterdam -y ha cantado en San Sebastián, Bilbao, Barcelona, Granada y Zahara de los Atunes-.
Flavia Virginia
Flavia Virginia (voz), Léo Rodrigues (piano y teclados), Felipe Brisola (bajo eléctrico), Rodrigo Donato (batería). Café Central, Madrid, hasta el 5 de septiembre.
En Madrid interpretó canciones de su segundo disco, O amor é o oposto do medo, grabado este mismo verano en Luanda y que se distribuirá en España en las próximas semanas. Las intercaló con versiones de papá Djavan (Meu bem querer, Lilás) y de Antonio Carlos Jobim (Chovendo na roseira, Corcovado).
El segundo pase de la noche lo abrió con un alegato por la diversidad y a capella en hebreo y árabe. La chica es políglota: también canta en español y hasta ha escrito una canción en quimbundo, un idioma angoleño que está aprendiendo, y que ya había oído de niña, porque su padre grabó hace más de 20 años un tema de Filipe Mukenga. Una de sus nuevas composiciones es un homenaje a las mujeres africanas en el que va mencionando los nombres de cantantes como Oumou Sangare, Angélique Kidjo o Cesaria Evora, entre otras.
Oídos abiertos
A la hora de cantar, Flavia Virginia, que prácticamente nació con un micrófono en las manos, muestra un lado jazzístico que se suma a la genética afrobrasi-leña. Todo aderezado con una refrescante sensualidad.
Como compositora, se mueve entre el estilo de Djavan y el de Stevie Wonder, con guiños al R&B, el funk y el pop, y ritmos tradicionales de diferentes regiones de Brasil. ¿Más pistas? Alicia Keys, Lauryn Hill... Ella reconoce que sus influencias van de la libanesa Fairuz a Aretha Franklin, pasando por Milton Nascimento, Led Zeppelin y Camarón. Oídos abiertos.
Para esos textos que suelen abordar problemas sociales -escribe poemas desde los 12 años y canciones desde que tenía 14- confiesa haber bebido en Neruda, João Ubaldo Ribeiro o García Márquez. Y tiene unas cuantas composiciones ciertamente interesantes.
Babelia
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