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Reportaje:Verano 2004

Safari en la dehesa

Una empresa realiza visitas guiadas a fincas de toros y caballos de lidia

Un grupo de 12 parejas de valencianos reunidos en un cortijo sevillano. Están en la finca San José de Bucarest, situada entre Alcalá de Guadaira y Utrera, que alberga una pequeña ganadería dedicada a la lidia taurina y que, entre equino y vacuno, no sobrepasa las 100 cabezas. Todos permanecen atentos a las palabras de Rafael Puerto, responsable de la empresa sevillana Torostours, dedicada a realizar visitas guiadas por explotaciones ganaderas de toros y caballos de lidia.

Los levantinos, matrimonios y amigos que se conocen desde hace años, suben entre risas al remolque abierto de un tractor y se sientan en unas balas de paja dispuestos como bancos. Huele a gasolina y suena el motor. Es la señal de que va a empezar la excursión. El safari en la dehesa.

El paso que marca el tractor es lento, pero el traqueteo intenso. Los riñones no tardarán en resentirse. Las conversaciones de algunos de ellos giran en torno al mundo taurino. "Somos aficionados. Algunos saben bastante, y otros menos. Pero todos hemos tenido contacto con estos animales por las fiestas del pueblo , las del bou al carrer

" dice Miguel Seguí, valenciano de 56 años.

El tono alto de las conversaciones obliga a Puerto a tomar medidas. "Entrar en lugares como éste es como hacerlo en un cuarto de niños pequeños mientras duermen. No queremos molestarles ni despertarles, así que permanezcamos todos lo más tranquilos que podamos". Puerto habla de forma pausada, como un profesor a sus alumnos. Poco a poco los valencianos comienzan a bajar el volumen. Las voces de asombro vuelven a elevarse cuando se topan con los primeros animales: bueyes y cabestros que están siendo alimentados en ese momento, junto con vacas bravas y becerros. "Como podéis comprobar, son animales extremadamente curiosos", dice Puerto ante la fija y casi descarada mirada de los becerros. En este safari no se sabe quién tiene más interés en quién. Jesús, un rejoneador del cortijo acompaña con su vara a la comitiva, para mantener a distancia si es necesario a las reses.

El camino se adentra en un área de dehesa salpicada de encinas. Puerto ahonda su explicación del mundo del toro. "Son muy parecidos a nosotros. Tienen sus rangos, sus jerarquías. Y guardan memoria. Las venganzas entre ellos son frecuentes". Mientras habla, una polvareda comienza a levantarse muy cerca del tractor y su carga. Son los becerros, que acompañan al tractor a modo de pequeña estampida. Una delicia para las cámaras fotográficas y de vídeo.

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La meta final son ocho novillos de más de tres años que pacen tranquilos cerca de la sombra de unas encinas. Esperan ignorantes a ser lidiados en poco tiempo en Arganda del Rey (Madrid). También ellos concentran su atención en los viajeros. Rafael Puerto pide un poco de silencio, para poder oír los mugidos de los novillos. Y uno de ellos comienza. Le acompaña un coro de pitidos de las nerviosas videocámaras.

Hay que volver al cortijo. Todavía queda la demostración de tentativa, la forma de verificar la bravura de las vacas que servirán para criar a los futuros toros de lidia. Para ello, un picador y un torero las prueban. Queda también visitar las cuadras para conocer los ejemplares de caballos usados en el rejoneo. Los novillos se despiden con sus mugidos. Los últimos.

- Torostours. Información en www.torostours.com o en el teléfono 696 57 70 87.

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