Los 'híper' se embolsaron 653 millones el año pasado

Las grandes cadenas de hipermercados que operan en España -Carrefour, Hipercor, Eroski y Alcampo- obtuvieron el pasado año un beneficio de 653,04 millones de euros, lo que supone un incremento del 8,19% en relación al año anterior. Una vez conocidos ayer los resultados de Hipercor, la filial de hipermercados del Grupo El Corte Inglés, que es la última en publicar sus datos, estas cuatro cadenas registraron unas ventas de 20.548,5 millones, un 6,89% más.

En el último año, los hipermercados mejoraron su rentabilidad (beneficio neto sobre ventas) en un 1,24% y, así, por cada cien euros de ingresos ganaron 3,17 euros. Es Hipercor la cadena más rentable con una ganancia de 5,15 euros por cada cien de ingresos, seguida de Carrefour (3,61 euros), Eroski (2,08 euros) y Alcampo (1,77 euros).

Tanto por volumen de facturación como por beneficio, Carrefour ostenta el primer puesto en la lista con una cifra de ventas brutas de 8.940 millones de euros, tras crecer un 9,3%, en tanto que el beneficio alcanzó los 323,5 millones, un 1,9% más, ya que en 2002 hubo resultados extraordinarios de 51 millones. Atendiendo a la facturación, la segunda cadena es Eroski, que tuvo unas ventas de 5.204 millones, un 1,6% más, el menor crecimiento de las cuatro por la salida del balance de la cooperativa Consum, aunque registró el mayor incremento de beneficios, un 21,26%, hasta 108,39 millones.

Ventas al alza

Alcampo, con unas ventas de 3.223 millones de euros y un crecimiento del 8,7%, ocupa el tercer puesto por facturación, y obtiene los menores beneficios de las cuatro, 57,1 millones, a pesar de que registraron un crecimiento del 20%, por las actividades inmobiliarias y comercial. Hipercor, la filial de hipermercados de El Corte Inglés, ocupa el cuarto puesto por ventas, 3.181,56 millones, tras registrar un crecimiento en 2003 del 7,6%, aunque ocupa el segundo puesto por beneficios, por delante de Eroski y Alcampo, al ganar 164,04 millones de euros, con un crecimiento del 10%.

A mediados de 2003, durante una gran polémica sobre la escalada de los precios de los alimentos, el sector de la gran distribución estuvo en el punto de mira del Gobierno del PP, la oposición y hasta el Banco de España, acusado de elevar los precios más de un 10% respecto al comercio minorista. El anterior Ejecutivo estudió entonces la posibilidad de etiquetar los productos con los precios de origen para que el consumidor pudiese ver las diferencias a simple vista, pero la medida no llegó a entrar en vigor.