Schumacher, por séptima vez
El alemán, segundo, logra el título mundial en una carrera ganada por Raikkonen y en la que Alonso se retiró cuando era líder
Desde hacía tiempo no se veía una carrera tan loca -y tan divertida- como la de ayer en el legendario circuito belga de Spa-Francorchamps, que devuelve a Kimi Raikkonen y a McLaren a la primera fila y consagra el séptimo campeonato mundial de un Michael Schumacher que, pese a conseguir la segunda plaza, en ningún momento dio la sensación de poder adelantar al finlandés. Interesante en cuanto que, a estas alturas de la temporada, el desenlace sirve para establecer las jerarquías con que previsiblemente se juegue la próxima y deshacer el maleficio que se había cebado sobre McLaren y confirmar que Williams -pese a los esfuerzos de Juan Pablo Montoya- está un escalón por debajo y que Renault falla cuando no debería hacerlo.
El español hizo un inesperado trompo por una fuga de aceite que le llevó a la hierba
Divertida carrera porque, si por tres veces entra en la pista el coche de seguridad para neutralizarla y poner a todos los coches en fila, la emoción está asegurada. Si a esto se añaden los constantes incidentes y los reventones de David Coulthard, Jenson Button y Montoya -espectacular y especialmente peligroso en el caso del británico de Honda, al que le estalló el neumático trasero a más de 300 kilómetros por hora- puede asegurarse que la jornada en la pista de las Ardenas fue de las que sirven a los viejos aficionados para reclamar los circuitos tradicionales, menos perfectos que los que hoy se diseñan. Spa, con sus cambios de nivel y sus curvas imposibles, se deriva de un trazado de antiguas carreteras regionales, algo que los ingenieros no pueden imaginar.
Para comenzar, no llovía. Así que todas las referencias del fin de semana, incluida la pole-position de Jarno Trulli, había que revisarlas. Como se esperaba, la salida de los dos Renault fue fulgurante, especialmente la de Fernando Alonso, que dejó pronto atrás a Schumacher. Pero no fue el único en adelantar al alemán, David Coulthard hizo otro tanto. Por detrás, sin embargo, el BAR de Takuma Sato y el Jaguar de Mark Webber chocaban en la curva Eau Rouge y los comisarios decidían neutralizar la prueba para sacar la chatarra, la primera de la mucha que se iría amontonado en ella.
Reanudada la carrera, a Schumacher le adelantaron Raikkonen y Montoya, lo que parecía anticipar una triste celebración del título contemplada desde un sexto puesto; un título que, por entonces, parecía tener asegurado, ya que su compañero de equipo, el brasileño Rubens Barrichello, el único que podía arrebatárselo siempre que él no anotara más de dos puntos, ocupaba la última posición después de haber tenido que entrar en los boxes, primero para cambiar una rueda y después para hacer otro tanto con el alerón trasero.
Mandaban los dos Renault, con Raikkonen justo detrás de Alonso cuando Trulli entró en los boxes para repostar. Un nuevo accidente propició la segunda salida del coche de seguridad y la carrera se rompió definitivamente. Alonso, que al reanudarse ocupaba la primera plaza, hacía un inesperado trompo que le llevaba a dar un paseo por la hierba, seguido de otro que le dejaba anclado en la arena. La causa: una fuga de aceite sobre los neumáticos. Trulli se resistía a dejarse adelantar por Montoya hasta que ambos se engancharon y el italiano se llevó la peor parte.
Sin los Renault, con Barrichello remontando de forma increíble y con Raikkonen firme en cabeza, Schumacher se contentaba con mantenerse en la segunda plaza, lejos del alcance de los dos Williams de Montoya y Pizzonia. Pero aún faltaba la traca final. Primero, Pizzonia rompió la caja de cambios. Luego, a Montoya se le reventaba un neumático. Finalmente, a Button, que estaba realizando una carrera más que oscura, le estalló la rueda en plena recta, a más de 300 kilómetros por hora, llevándose por delante al Minardi de Baumgartner.
Neutralizada de nuevo la carrera, todo volvía a ser posible. En fila de a uno, detrás del coche de control, Raikkonen podía sentir el aliento del Ferrari de Schumacher y éste el de su único rival por el campeonato, Barrichello, que había ascendido del último lugar al tercero. El finlandés mostró formas de campeón. Poco antes de que se reanudara la carrera, redujo al máximo la velocidad dejando que se amontonaran todos detrás de él. Luego, arrancó y ya no miró atrás hasta cruzar la bandera a cuadros. McLaren había regresado justamente el día en que Schumacher celebraba con Ferrari su séptimo título mundial en la primera oportunidad de que dispuso y en el circuito en que debutó hace 13 años. Emociones fuertes para el futuro a corto plazo.
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