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Columna
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¿Despiste?

Si fueran otros tiempos diría que la conversión de la Moncloa en pasarela por parte de las ministras ha sido una maniobra de despiste para centrar toda la atención mediática en este hecho. De qué si no la ministra de Medio Ambiente iba a posar sentada sobre un abrigo de marta cibelina, o el aparecer todas con modelitos que ninguna de sus proletarias electoras pueden darse el lujo ni de soñar. En otros tiempos, Churchill, que era un maestro de ello, aventaba a través de la prensa que un desaprensivo le había cortado el rabo a su perro, y mientras toda la opinión pública yacía entristecida por la canallada que le habían hecho al perro del premier él se iba a una cita secreta con Stalin a discutir el reparto del mundo.

Pero eran otros tiempos en los que el político decidía; ahora deciden los medios, por lo que no creo que haya sido una maniobra de despiste para que, por ejemplo, Zapatero pudiera irse con discreción a discutir con Carod a Monserrat o con Ibarretxe a la cueva de Mairulegorreta. Ahora son los políticos los supeditados a los medios, y para las ministras Vogue y Marie Claire bien valen una misa. Así que lo de la pasarela ministerial, que igual hacen lo mismo los ministros, aceptémoslo como muestra del cambio de los tiempos y de la jerarquía de los agentes sociales. El aire se compone de oxígeno y publicidad, dijo el monstruo de la comunicación McLuhan, y los que mandan son los medios que hacen la publicidad a las ministras, que prefieren que, en todo caso, se hable mal de ellas a que no se hable.

Pero escapemos de la frivolidad que hace tiempo alcanzó a la cosa pública y especialmente a la política. El país se mueve, éste, Euskadi, e Ibarretxe ve desprovisto su plan de los aspectos que más credibilidad le dieron, el del talante dialogante, cuando delante se le presenta un socialismo que se lo ha arrebatado, y la modulación de su plan como un instrumento de convivencia, de superación del dramático conflicto con España cuando ETA, elemento colateral en su iniciativa, se le ha reducido a MINIETA según el tamaño de sus artefactos explosivos. Sin caer yo tampoco en la frivolización, ETA ya no es lo que era. La conciencia social de que se le puede vencer policialmente ha aumentado, y de paso, si no se le coloca delante ningún proyecto político radical que fuerce los límites de su agotada supervivencia, se caerá mucho antes. ¿Es acaso peor el plan Ibarretxe a cuando ganó las elecciones? No, pero ha perdido la batalla de la opinión pública.

Lo único que habría que cuidar en esta batalla de los partidos por hacerse con la opinión es que la vulgarización de los mensajes a través del uso de los medios de comunicación, peaje necesario a pagar en el uso de los medios, no suponga poner en entredicho cuestiones sustanciales de todo ordenamiento político, como quién es el sujeto de la soberanía. Porque si a la hora de las concesiones la alternativa socialista cayese en no dejarlo claro, o dejarlo claro sacralizando como único y definitivo el acuerdo entre los vascos, estaríamos ante un plan Ibarretxe bis. La posterior relación con España sería livianamente confederal en todo caso; el sujeto de soberanía, el vasco, y la posibilidad de secesión legalmente concebida, evidente. No vaya a ser que por ganarse sectores del nacionalismo acabemos en el nacionalismo radical de los últimos tiempos.

Y al final lo más serio. Fue una oportunidad perdida que España no estuviera, ni siquiera oficiosamente, cuando lo estuvo Alemania, en la celebración del desembarco de Normandía, origen de la derrota desde Occidente del nazismo en Europa y principio de la nueva historia europea. Por eso es muy importante la presencia de España en el reconocimiento que el Gobierno francés ha realizado a los republicanos españoles que lucharon en la liberación del vecino país. Y está muy bien que haya presencia de enseñas autonómicas, como la ikurriña o la senyera, en la delegación española presidida por Moratinos, pero los homenajeados echan de menos la suya, la republicana. Algún trato habrá que darle a aquella bandera de la República, incluso a su himno, y no dejarlos arriconados al despiste de algún trompetista, o al hermano de Bush que llamó a esto república, o ¿es que pueden ser representativas las banderas autonómicas y nunca aquella bandera nacional? ¿Por qué no se le puede dar un trato institucional y no dejarla sólo para las manifestaciones, máxime cuando a los que se les homenajea tuvieron esa bandera, porque la roja y gualda estuvo en el otro bando? Los norteamericanos supieron integrar mucho mejor que nosotros los símbolos de su guerra civil, tanto que el partido de la Unión, el republicano, se hizo conservador, y el demócrata, muy sudista, pasó de conservador a progresista. Con el cambio de los tiempos y de los agentes sociales démosle un trato a la bandera republicana a pesar de ser española.

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