¡Qué recital bajo palos!

Jamás había visto a un portero parar tanto y durante tantos minutos. Y eso que llevo 38 años en el mundo del balonmano de alta competición. Barrufet estuvo sensacional. Semejante actuación mereció ser coronada con el pase de España a las semifinales. Estoy perplejo. Todavía me pregunto cómo es posible detener tantos balones, 27 durante el partido y 11 más en las prórrogas, en las que sólo encajó un gol de penalti y dos desde los seis metros, uno de ellos tras un rechace. Su rendimiento fue insuperable. Ya es desgracia que, con un portero rindiendo a tal nivel, se pierda el tren para las semifinales, aunque también el guardameta alemán, Fritz, ha estado inmenso.

El partido fue excelente. Tuvo calidad, entrega, una actitud excepcional por parte de todos los jugadores, en definitiva, fue de los que hacen que aumente el interés por el balonmano. Desde luego, no es un día para criticar a nadie. Además de Barrufet, quiero destacar el papel de Iker Romero, magnífico tanto en defensa como en ataque. Fue él quien se la jugó y quien empató cuando perdíamos por 27-26. Metió cinco goles y sólo falló dos tiros.

El equipo notó mucho la baja de Talant Duishebáev por lesión en las prórrogas. Está muy habituado a jugar con él. De golpe y porrazo, en un momento tan importante, se ha encontrado sin él como referencia. Físicamente hemos estado mejor que ellos. Sin embargo, los componentes de la selección alemana han demostrado que están muy compenetrados. Prácticamente todos, excepto Kretzschmar, actúan en el mismo equipo, el Lemgo. Es algo que se nota. Eso les ha dado consistencia y, a pesar del cansancio y de las paradas de Barrufet, han sabido seguir jugando bien. Para España