Kounellis se reencuentra con Grecia
El artista expone en Atenas, ciudad que dejó hace 48 años.
En el anexo del Palacio de la Música de Atenas, en una sala semiescondida, se levanta una gigantesca obra. Una amalgama de enormes cruces de hierro, dispuestas verticalmente en un espacio de 600 metros cuadrados, de cuyo interior emerge una mesa sobre la que reposan sacos de carbón. La firma Jannis Kounellis, el artista griego afincado en Roma, uno de los artífices de la eclosión del arte povera. Y ese simple hecho, el de la rúbrica, al margen del valor artístico de la obra, en Grecia, es todo un acontecimiento.
Es raro ver a Kounellis (Pireo, 1936) en su tierra natal. Incomprendido durante muchos años, casi tantos como los que han dado a su acento una inconfundible entonación italiana -se instaló en Roma en 1956-, sólo en dos ocasiones anteriores (1977 y 1994) había expuesto su obra en suelo griego. Pero la Olimpiada Cultural también obra estos pequeños milagros, aunque en esta ocasión sea con la colaboración del Museo Nacional de Arte Moderno y el respaldo de la empresa Illy Caffè. "Esta exposición constituye el mayor acontecimiento artístico durante los Juegos Olímpicos", aseguran los organizadores, orgullosos de subirse al carro de la modernidad y poder contar con un artista infinitamente más reconocido en el extranjero que en su país.
Extremadamente tímido y un tanto lacónico, Kounellis se remite a su obra para expresar la emoción que le supone el reencuentro con su tierra. Rehúye las palabras y se limita a señalar que busca regenerar el lenguaje a través de su arte. "No sé si existe un mensaje dentro de esta creación", dice sobre la obra, que, hasta el 31 de diciembre, se expone en Atenas. "En cualquier caso, éste es siempre complejo, en absoluto moralista y se encuentra dentro de un lenguaje ligado a la historia de la revolución, es subversivo; cambiar y modificar un lenguaje supone, necesariamente, una práctica subversiva".
Diálogo con el espacio
Algo de eso hay en la obra que Jannis Kounellis expone en Atenas, donde el artista establece un diálogo con el espacio no exento de cierto romanticismo. Utiliza para ello el hierro, la madera y el carbón, materiales todos ellos surgidos de la naturaleza. El carbón, contenido en viejos sacos de café procedentes de diversos países, reposa sobre una mesa construida con tableros viejos y caballetes. "Es una obra dura, profunda, ceremonial y, al tiempo, cargada de dinamismo", señala la directora del Museo Nacional de Arte Moderno, Anna Kafetsi.
Pese a que la exposición tiene fecha de caducidad, la obra de Kounellis, adquirida por la Olimpiada Cultural y el Ministerio de Cultura, permanecerá en Grecia. En el mismo espacio en que ahora se expone se puede contemplar otra de las creaciones del autor (una colección de sacos de café rellenos de grano y diversos cereales), así como diversas obras de artistas contemporáneos.
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