Ay, Felipe de mi vida
Hoy quisiera empezar dando las gracias. Gracias a todos los que me han ayudado a llegar hasta aquí. No se preocupen, la lista de agradecimientos no es tan larga como la que recitan los premiados al Goya al mejor corto de animación documental. No voy a nombrar ni a mi marido, que aguanta mis inseguridades, ni a mi hijo, que me ha hecho relativizar mi éxito, ni a mi padre, porque cuando le saco en un artículo lo enmarca y como ya no le queda pared los están llevando ya enmarcados al bar Azul y Oro, ese templo de la cultura. Sí quiero agradecer a esos compañeros de profesión que me llaman para cederme perlas que se han publicado en otras comunidades históricas. Gracias, compañero Félix Bayón, por haberme mandado ese recorte en el que aparece mi querida Espido Freire diciendo en la Universidad de Baeza que los escritores deberíamos hacer una carrera universitaria, la de Escritor, con su orla y su título que acredite que sabemos su poquito de sintaxis, su poquito de semiótica y su poquito de psicología. No sé si Félix me lo ha mandado como una indirecta, la verdad. De cualquier manera, como lo siento lo digo, Félix, me has dado el día. Porque yo sé que estas cosas pueden parecer, en principio, una gilipollez que se suelta en una charleta de verano, pero así empezó el nazismo, a lo tonto, dando Hitler una charla en una cervecería. Las charlas las carga el diablo. A lo tonto a lo tonto se reúnen cuatro escritores espabiladetes y acaban montando una carrera. Y yo no sé si Espido se refería sólo a que estudiara la juventud (que viene empujando) o si también incluía a los que estamos camino de la senectud. Si es sólo para la juventud, vale, que se jodan los nuevos, que no quede ninguno; pero si es para nosotros, lo que yo le digo a Félix: yo no tengo el cuerpo para presentarme ahora al acceso para mayores de 25 años. Si yo de siempre he sido muy perra. Si yo era esa niña que soñaba con que un seísmo destruyera la escuela para siempre. Si cuando conocí a Quino le dije que yo era igual a su Felipe el de Mafalda, que yo en la escuela no me enteré de nada. Literal. Si a mí cuando me tocó elegir carrera, me informé de puta madre, y pregunté, cuál es la más fácil, y me dijeron: periodismo. Si cuando me tocó elegir oficio, elegí éste, que un rato lo haces sentado y otros tumbado en el sofá (leyendo, aunque yo también creo en la tele como fuente cultural), y no tienes que trasladarte hasta el puesto de trabajo, porque en taxis yo (concretamente) me dejaría un huevo, y encima puedes copiar desde tu propia casa, sin esconderte del profesor. Yo no digo copiar así literal (eso sólo lo hacen los incautos), sino copiar pero poniendo las cosas con tus palabras, para que quede más personal, que es lo que hacemos la mayoría. Pero vamos a ver, Espido de mi alma, a ti qué mosca te ha picado, Espido. Con lo joven que tú eres, si deberías estar tomando copas en los puticlús, en las discotecas, con las bolas al vent en esas playas. Y luego ya, cuando seas mayor, dices esas cosas, pero cuando seas mayor. Ahora disfruta, tía. Y no me asustes, que yo estoy en una edad muy mala.
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