El laberinto de la melancolía en Lucerna
Estreno de una obra de Harrison Birtwistle.
La atención del Festival de Lucerna a la música contemporánea no se limita a la creación de una academia para jóvenes de la mano de Pierre Boulez y en la que participa de forma destacada, tanto en las clases como en los conciertos, el pianista Maurizio Pollini. La música de nuestros días y la del repertorio tradicional conviven con naturalidad en Lucerna, como se comprueba por el elevado número de piezas contemporáneas programadas.
Además, existe la figura del compositor en residencia, este año el inglés Harrison Birtwistle (Accrington, Lancashire, 1934), del que se ofrecen 17 obras en nueve conciertos para arropar el estreno de Night's black bird, un encargo europeo-americano compartido por Roche, la Orquesta de Cleveland, el Carnegie Hall de Nueva York y el propio Festival de Lucerna.
Night's black bird es, en gran medida, una continuación de The shadow of night, compuesta en 2001 y estrenada por la orquesta de Cleveland en 2002. Esta última abrió el concierto de anteayer y entre ambas se colocó In darkness let me dwell, bellísima canción de John Dowland para contratenor y laúd, interpretada por Kai Wessel y Ulrich Wedemeier, y uno de los puntos de inspiración de Birtwistle para su nuevo trabajo (el título del mismo procede de hecho de uno de los versos de Flow my tears, también de Dowland), junto al grabado de 1514 Melancolía I, de Durero.
Estado de ánimo
La noche y la melancolía son contempladas por el compositor inglés con un tratamiento muy depurado de las masas sonoras en un trabajo sólido y magníficamente elaborado, de unos 25 minutos de duración en un solo movimiento, que envuelve y conquista. Birtwistle recurre con frecuencia en su inspiración a las raíces literarias y musicales inglesas del mundo anterior al barroco.
Sus sonoridades respiran en su última obra un concepto de la melancolía como estado de ánimo que se inspira en lo que podríamos llamar una filosofía de la noche. Es una actitud soportada por un rigor constructivo excepcional y por la insistencia en una línea musical perfectamente reconocible en toda su trayectoria. A la creación de la atmósfera de poesía y misterio contribuyó decisivamente la lectura de la Orquesta de Cleveland, dirigida anteayer con precisión y sutileza por el austriaco Franz Welser-Möst.
En la segunda parte del concierto (que se repetirá el día 25 en el festival de Edimburgo), el conjunto se lució con una primorosa versión de la última sinfonía de Schubert.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.