Contra el viento y las algas
El equipo español debuta hoy lamentándose de las condiciones del canal
"¡Hay algas!", se quejó el palista asturiano Francisco Lera. Los miembros del equipo español de piragüismo retiraban ayer sus barcos del canal de Schinias cuando detectaron algas pegadas a los timones. Quizá el piragüista todavía no había sido informado de que, además de algas, el pronóstico del tiempo prevé que hoy, cuando comience la competición, la pista se erice de otra de las cosas que molestan a su cofradía: corderitos de espuma blanca provocados por el viento. Soplará del Norte. En Grecia le llaman meltemi. No por nada el escenario ha sido objeto de críticas destructivas, todas con fundamento. Tras su inauguración, el año pasado, dos barcos del Reino Unido y Estados Unidos se hundieron durante los Campeonatos del Mundo de remo de la categoría júnior.
El año pasado, en los Mundiales juveniles de remo, se hundieron dos barcos
"Se confirma la celebración de la prueba", ratificó ayer el jefe de los entrenadores españoles, Carlos Prendes, con el aire de esos marinos que reciben la orden de hacerse a la mar sin reparar en el huracán. "El parte meteorológico pronostica vientos de ocho metros por segundo con rachas de hasta once entre las siete de la mañana y las cuatro de la tarde", explica. Son condiciones muy complicadas porque el viento será muy fuerte. A nuestro favor contamos", advierte, "con que soplará contra la espalda de los palistas y esto favorecerá a los más ligeros, como las chicas del K-4. Ellas pueden aprovecharse de alguna ventaja. Otras embarcaciones, más pesadas, lo pueden sufrir. El viento te puede llevar como una vela. Pero, cuando sopla a más de dos metros por segundo, siempre entorpece".
Las mujeres del K-4 son precisamente las vigentes campeonas de Europa y están cargadas de adrenalina. Ayer navegaban entre maldiciones y juramentos, molestas por el bote de control, que circulaba por el canal haciendo sonar una sirena que las distraía.
María García, la marca, al timón, en la proa, dirigiendo los movimientos; Beatriz Manchón, por detrás; luego, Jana Smidakova, y en la popa, Teresa Portela, la corpulenta estrella del cuarteto. Intentaban llevar el kayak, de 30 kilos de peso, a una frecuencia de 120 paladas por minuto. Para conseguirlo ejercitaban el acoplamiento.
Lograr que cuatro atletas con cuatro cuerpos desiguales y cuatro técnicas de paleo distintas remen exactamente al mismo ritmo, claven las palas en el agua al unísono, apoyen y empujen armoniosamente..., es uno de los trabajos más arduos de los equipos de piragüismo. "Cuando hay viento", dice el técnico, José Manuel Vallejo; "las olas hacen que no todos los palistas claven el remo al mismo tiempo, ni cojan la misma cantidad de agua, ni encuentren el mismo punto de apoyo. La palista que clava en la cresta de la ola se diferencia mucho de la que clava el remo en el vano".
"Las algas afectan muchísimo", se lamenta Vallejo; "sobre todo, a los kayaks porque tienen timón. Se enredan al timón y entorpecen la dirección y frenan la velocidad. Si se te enganchan en la proa, el barco ya no corta el agua como el filo de un cuchillo y hace fuente. Y, si se enganchan en la pala, ni te cuento. Hubo unos Campeonatos de España en que recuerdo que el barco que encabezaba la prueba se frenó en los últimos 50 metros porque arrastró un alga de dos metros de largo. Son pequeñas, pero largas. Como decía Rajoy, son hilillos, pero incordian".
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