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Reportaje:Atenas 2004 | ATLETISMO

Radcliffe se cansó de perder

La extraordinaria fondista estadounidense ha encontrado en el maratón el éxito que no obtuvo en distancias más cortas

Santiago Segurola

Toda una vida de quintos puestos, de cuartas posiciones ocasionalmente, no han hecho perdedora a Paula Radcliffe. Atrás han quedado los días en que tenía que subir de distancia para alejarse de las rápidas etíopes, rusas o kenianas, que se aprovechaban de su abrumador esfuerzo para derrotarla en la última vuelta. Radcliffe las transportaba al éxito y ella se quedaba sin nada. Era una fondista destinada a las peores frustraciones, incapaz de vivir un momento de gloria. No podía derrotar a nadie en los metros finales. Tenía que destruir a sus rivales antes y siempre se encontraba con supervivientes capaces de aguantar su infernal ritmo. Radcliffe, sin embargo, no se dejó llevar por la frustración. Si no podía ganar en los 1.500 metros, lo haría en los 3.000 o en los 5.000. Donde fuera necesario. ¿Por qué no en el maratón?

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En el maratón, Radcliffe no ha encontrado todavía a la atleta que la devuelva a su frustrante destino anterior. Es la mejor del mundo. Con diferencia. Ninguna de las etíopes ha conseguido acercarse a las impresionantes marcas de la británica, que ha dado la vuelta al libro de los récords. Hace un año consiguió la mejor marca mundial de todos los tiempos: 2h 15m 25s. No hay nadie en el ránking a menos de cuatro minutos. El margen explica lo que supone Radcliffe para el maratón. Sin duda, es la atleta del momento, la más promocionada y la mejor pagada. Su contrato con Nike es uno de los más altos del atletismo. Sus honorarios por participar en las grandes citas del maratón o de los medios maratones alcanzan los 250.000 dólares. Radcliffe tiene mucho que vender: grandes récords y una imagen inconfundible.

No hay espectador que no se haya sobrecogido con una atleta alta y rubia que corre con una expresión que produce admiración y angustia. Sus largas zancadas van acompañadas por un movimiento equino del cuerpo y el ritmo bamboleante de su cabeza, adelante y atrás, todo sufrimiento, como si se enfrentara a un castigo. Ésa es Radcliffe. Y ella no se dedicó al atletismo para sufrir. De pequeña, acostumbraba a acompañar a su padre, un fumador empedernido que había encontrado en el footing la manera de aliviar el vicio. A su madre tampoco le faltaba entusiasmo: con el tiempo terminaría como responsable de un equipo de cross de Bedford. El atletismo era algo natural en la familia. Una diversión, no el castigo que más tarde se adivinaría en su atormentado estilo en la pista.

Radcliffe ha tenido que superar algunos problemas serios para convertirse en una gran atleta. Desde niña padece brotes de asma y anemia. Algunos de los episodios de anemia han coincidido con las grandes competiciones y el desastroso efecto pertinente. Consejeros no le faltan. Gary Hartman, un irlandés que destacó como triatleta, se encarga de su preparación física. Brian Welsby es el nutricionista que regula el régimen de alimentos. Su dieta es rica en hierro y escasa en grasas. No toma queso, ni café, pero no se priva del chocolate, producto rico en zinc y magnesio. Radcliffe es una estrella y a su alrededor se encuentra con todas las facilidades para mejorar como atleta. Dispone de una casa en Font Romeo, en los Pirineos franceses, y es habitual verla entrenándose en la altiplanicie de Colorado (Estados Unidos).

En los dos últimos años no ha sido la atleta destinada a la derrota. En el maratón no ha encontrado rival y en los Europeos de 2002 realizó una carrera formidable en los 10.000 metros. No encontró rivales. Ya no era accesible para todas aquéllas que se habían aprovechado de su esfuerzo. Pero todavía no ha ganado ningún gran título olímpico o mundial. Hoy tiene la oportunidad de hacerlo en la vieja ruta de Filípides. Es la favorita, claro, pero la carrera guarda dificultades notables. El maratón se disputará a más de 32 grados, durante la tarde, en un recorrido sinuoso, de constantes subidas y descensos, perfecto para las ligeras atletas africanas. Si son capaces de aguantar el ritmo de Radcliffe, la ganarán en el último kilómetro. Tendrán un problema. Radcliffe no es la misma de antes. Ahora destruye antes de que la destruyan.

Paula Radcliffe, triunfante en un 5.000.
Paula Radcliffe, triunfante en un 5.000.REUTERS

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