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Entrevista:PAQUILLO FERNÁNDEZ | Medallista de plata | Atenas 2004 | ATLETISMO: PODIO EN LOS 20 KILÓMETROS MARCHA

"Me he visto oro al final"

Carlos Arribas

Mientras Paquillo Fernández (Guadix, Granada; 1977) espera para pasar el control antidopaje, -larga espera: el español, tras beber litros de agua, siente por fin la llamada de la naturaleza tres horas después de terminada la marcha-, las llamadas telefónicas le asaltan. Llamadas a su móvil, que apaga en cuanto suena. Familiares, amigos, conocidos, periodistas... Llamadas a los móviles de los federativos presentes, el presidente Rodríguez Zapatero, el presidente Chaves, la reina Sofía... Paquillo intenta tranquilizarse, relajarse. Le apremian para ir a la Villa a cambiarse de ropa, a volver más tarde al estadio a por la medalla... Tres horas después de la plata, aún no sabe dónde está.

"He pasado un momento difícil, pero lo he podido superar porque he pensado en Manolo y me he dicho: 'Hoy no me puedo quedar"
"Noto que quizá me falta subir un escalón más. Por eso voy a seguir entrenándome con toda la ilusión, la dedicación, y superándome día a día"
"El italiano nunca me había ganado. Pensaba que no era muy rápido. Pero las sorpresas son muchas veces las que se llevan el gato al agua"
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Pregunta. Han pasado ya tres horas. ¿Ha empezado a darse cuenta de lo que ha conseguido?

Respuesta. Es que todavía no he salido del recinto. Supongo que ahora tendré que empezar a contestar llamadas, entrevistas... He ganado una medalla olímpica. Todavía estoy en una nube. Pero estoy muy feliz porque se ha cumplido una de mis ilusiones. Es una plata que me ha sabido a oro, aunque me veía oro en los últimos kilómetros.

P. Otros campeones cuentan que, una vez logrado el objetivo, sienten como una especie de vacío en su interior. ¿A usted le pasa así?

R. He conseguido tres éxitos muy importantes, tres medallas en tres competiciones diferentes: el oro en los Europeos de 2002 y la plata en los Mundiales de París 2003 y aquí, y también he sido recordman del mundo. Pero no noto un vacío. Noto que quizás me falta subir un escalón más en los Mundiales, en los Juegos. Y por eso voy a seguir entrenándome con toda la ilusión, la dedicación, y superándome día a día. Sé que ahora tengo un palmarés importante que será difícil de mantener, pero ahora es cuando no tengo presión, ahora es cuando me noto bien. Tranquilo y sabiendo que he hecho algo para el deporte español.

P. Y para usted mismo. Y para Manolo Alcalde, su entrenador de toda la vida, que murió el pasado 23 de abril.

R. Para Manolo, sobre todo. Él me lo ha enseñado todo. Él me ha llevado a esta medalla porque he seguido los entrenamientos que él me dejó preparados. Eso es para mí lo más importante. He confiado en lo que habríamos hecho los dos si él hubiera seguido aquí. Ha sido una pena que no haya podido estar aquí dándome un abrazo. Pero...

P. ¿Se sabía de memoria los entrenamientos que tenía que hacer? ¿Los había dejado escritos en su cuaderno?

R. Sabíamos más o menos lo que íbamos a hacer. Ya lo habíamos hablado antes de que pasara lo que pasó. Y, más o menos, lo he hecho. Como nos conocíamos tanto, como nos compenetrábamos tan bien, yo sabía por dónde iban los tiros.

P. Pero sería duro...

R. Fue difícil echarse a andar porque, encima, yo salía de una lesión

[estuvo dos meses parado, en febrero y marzo, por una fractura de fatiga en un metatarsiano]; empezar a decidir lo que hacía, porque tampoco podía hacer lo del año pasado... Pero en cuanto cogí un poquito el ritmo empecé a coger confianza y a hacer lo que él habría hecho.

P. Mediada la carrera, por el kilómetro 12, dio la sensación de quedarse. Parecía que ahí se iba a acabar su sueño.

R. Es que ellos, el italiano [Brugnetti] y el australiano [Deakes], iban cambiando muy fuerte de ritmo todo el rato. No podía entrar a todos los ataques, picar en su juego, porque lo que quería era asegurarme una medalla. Y, estando detrás quien estaba, Jefferson, yo pensaba: 'Si entro en todos los ataques, al final Jefferson me la puede liar, como todo el año pasado y en París".

P. Pues parecía un desfallecimiento.

R. Bueno, pero sólo un poquito. Me he echado agua fresca, han ralentizado el ritmo y he podido cogerlos.

P. Daba también la sensación de que se agarraba al crespón negro que se había colocado en el tirante de la camiseta como diciéndose: 'Hoy no puedo fallar'.

R. Ha sido un momento difícil que, en efecto, he podido superar porque he pensado en Manolo y me he dicho: 'Hoy no me puedo quedar'. También tenía algunos problemas de estómago... Pero lo que pasaba era que iban a cambios y yo no podía entrar. Jefferson, que era el favorito, me podía quitar la medalla. Y después ya he entrado en el ataque definitivo, a tres kilómetros. He visto que el australiano se quedaba. He mirado para atrás y le he visto. Y me he visto oro. Me he visto oro porque el italiano nunca me había ganado. 'El italiano', pensaba, 'no era muy rápido'. Pero... Las sorpresas son muchas veces las que se llevan el gato al agua.

P. Quizás en ese final se ha visto la diferencia entre haberse roto el dedo o no haber tenido ninguna lesión.

R. No he llegado, quizás, con la punta de velocidad del año pasado, es verdad. Pero lo he suplido con la madurez deportiva.

P. Ha perdido contra Brugnetti, pero ha derrotado al calor que tanto temía.

R. Lo he derrotado, lo he derrotado. Le tenía miedo y ya, desde hoy, no lo temo. Ni siquiera lo he notado. Y también he entrado por delante de Jefferson. Quizás la gente vea así lo difícil que es cualquier medalla, viendo a Jefferson, campeón olímpico, campeón del mundo, recordman mundial, campeón de la Copa del Mundo y... sin medalla.

P. ¿Por dónde apunta el futuro? ¿Seguirá en Guadix? ¿Se irá fuera con otro entrenador?

R. Ahora mismo sólo pienso en disfrutar la medalla. El año que viene ya veremos, pero seguiré en Guadix, que es mi pueblo. Y no quiero hablar ahora de entrenamientos, de entrenadores... Mi entrenador es Manuel Alcalde hasta que se termine este año. Con él he conseguido todos los triunfos. Estas medallas son todas de él.

P. ¿Seguirá entrenándose a sí mismo?

R. No lo quiero pensar todavía. He sido capaz de llegar hasta aquí. He escogido el camino más difícil, en el que más confiaba, y he sido capaz de hacerlo.

P. ¿Ha sufrido?

R. Lo he pasado mal en la preparación. Es una cosa que nunca he dicho. Lo he estado pasando muy mal muchos días porque me he acordado mucho de él. Pero, de momento, tengo una medalla. Se la dedico a él. Y ya veremos el futuro.

P. ¿Quién ha sustituido a Manolo en el plano logístico? ¿Quién le acompañaba en coche por el altiplano de Guadix cuando se entrenaba?

R. Era Montse, la mujer de Manolo. Nos ha ayudado mucho, al grupo de marchadores y a mí personalmente. También quiero dedicarle la medalla. Ha estado con nosotros y se ha portado como un entrenador más.

P. ¿Ha sido su última marcha de 20 kilómetros?

R. Olímpica, sí. Supongo que en Pekín me pasaré a los 50. Pero para los próximos Mundiales [Helsinki 2005] supongo que sí, que seguiré en los 20.

P. ¿Cuánto calcula que tardará en bajar de la nube? ¿En otros campeonatos cuánto le duró el subidón?

R. En Múnich fue diferente. Fueron sólo unos Europeos. Y también lo de París, los Mundiales. Ahora el éxito ha sido más grande. Han sido los Juegos. La popularidad va a ser más grande, pero yo tengo los pies en la tierra. Sé que, pasados unos días, después de unas semanas de vacaciones, voy a tener que volver a entrenarme para conseguir más.

Paquillo Fernández, feliz, con su medalla de plata y su corona.
Paquillo Fernández, feliz, con su medalla de plata y su corona.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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