Minneapolis o Minnesota
El periodista Jacob Washington ha iniciado una segunda entrega a los bushismos que hicieron las delicias de Oriente y Occidente al descubrir sus vasallos que, ya que no podíamos detener al jefe del Imperio, al menos nos era dado reírnos de él. Entre las nuevas meteduras de pata que denotan lo poco dotado que está el presidente para cualquier clase de pensamiento banal (de pensamiento, tout court) se encuentra una parrafada que les soltó a sus seguidores de Nuevo México. Allí contó cuán feliz se sentía por haber pasado la noche en su rancho compartiendo camaradería con su antiguo rival, John McCain, ahora convertido en su forofo. Bucólico y bordeando la línea, declaró: "No hay nada como levantarse por la mañana, tomar una taza de café, montarse en el pick-up, avanzar y contemplar las vacas. Es lo que John y yo hicimos esa mañana. Y es una buena forma de aclararse las ideas y de guardarse la retaguardia".
Esa Moncloa con pieles en el sofá que ha servido para la pose de las ministras parece la entrada de 'Ambiciones', la finca de Jesulín
Me encantaría que Bush Jr. me presentara a sus vacas. Tengo un par de preguntas que hacerles.
En el ínterin, y como no quiero volver a mirar esa Moncloa con pieles en el sofá que ha servido para la pose de las ministras, y que parece la entrada de Ambiciones, la finca de Jesulín (guárdate, oh Gobierno, de los asesores de imagen), me he metido en la campaña de Bush Jr., pero a mi manera. La verdad es que a mí no me han traumatizado las señoras, sino las colchas de pieles que figuran sobre los sofás; aunque ni la mitad de trauma que el que me causó ver, hace poco, una foto de la última ex de Exteriores saltando a la comba. Después de todo: mejor eso que saudíes.
Di los pasos para hacerme Voluntaria de la Campaña pro Bush Jr. por correo electrónico. Como no soy de allí ni vivo allá, no he tenido la suerte de Christine, que, tras haber votado al partido demócrata desde siempre, se cayó del burro y ahora pasa muchas horas contestando al teléfono en los cuarteles de la campaña; ni como Tia y Andrew, que pese a estar recién casados dedican gran parte de su tiempo a trabajos de apoyo. Pese a mi falta de presencia física, estoy recibiendo de todo. Como es lógico, he dado una dirección falsa y he puesto que soy de Minneapolis (dudé entre aquí y Minnesota; donde nació Minnie Mouse, creo), y me están arreglando la casa con el forraje que estoy poniéndole a las paredes que no tienen estanterías. El póster de Dick Cheney y el presidente, sonrientes, es de lo más agradecido para las reuniones de agosto, que organizo en casa para recoger a la gente que ha visitado el Fórum, pero lo mejor es el pase de vídeos publicitarios, con la aparición de toda la familia. Dice la web de la campaña (es imprescindible entrar en la versión en castellanglish) que, si quiero, yo también puedo organizar mi propio party en mi hogar, para el presidente. Se trata de que todos sus fans hagamos lo mismo: que adornemos nuestras mansiones con los carteles y fotos que ellos nos proporcionan vía Internet, así como con globitos con los colores de la Bandera y cualquier otra simpatía que se nos ocurra.
Lo he comentado con los supervivientes forúmicos, y me han dicho que, por ellos, adelante, que después de haber conseguido ver a los guerreros de Xiam ya todo les da lo mismo. Es por la temperatura, ¿saben? Les ha tenido que tocar el único calor que hace en esta parte de Europa.
El último bushismo recogido por Weisberg (los publica a diario en Slate, la revista digital de Microsoft), es una serena lección de federalismo de la que deberían tomar nota quienes han de lidiar próximamente con nuestra Constitución y nuestros Estatutos, empezando por el president Maragall:
"Soberanía tribal significa eso, que es soberana. Tú eres un... Te han dado soberanía, y eres contemplado como una entidad soberana. Y por tanto, la relación entre gobierno federal y tribus es una relación entre entidades soberanas". (Se refería a Irak, desde luego, no a Minneapolis o Minnesota).
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