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Dos semanas de insurrección sin posibilidad de acuerdo

El derribo de un helicóptero estadounidense o un ligero cerco sobre una de las viviendas de Múqtada al Sáder encendieron, según las versiones, la chispa que desató la segunda revuelta chií el 5 de agosto. Incidentes ambos de escaso calado para justificar el estallido de violencia que se avecinaba. Sólo quedaban 10 días para el arranque de la Conferencia Nacional, el foro del que ha surgido un Parlamento provisional. El joven líder religioso se había autoexcluido, junto a otros grupos religiosos y políticos, de esta Asamblea, sobre la que han llovido críticas por su casi nulo apego a los métodos democráticos. Y el primer ministro iraquí, Ayad Alaui, deseaba a toda costa que el foro transcurriera en calma.

El día 6 los marines informaron de que habían matado a 300 insurgentes en una noche. Desde esa fecha, los combates fueron continuos en Nayaf y en Kerbala, en las que una primera rebelión, tras el cierre de un periódico del clérigo, ocupó casi toda la primavera y se saldó con centenares de muertos. La insurrección de agosto se extiende con inusitada rapidez. Los leales a Al Sáder, el Ejército del Mahdi, se alzan en armas en Basora, Nasiriya, Diwaniya, Amara, Kut y en el bastión chií de Ciudad Sáder, en Bagdad. El sur de Irak arde. Y miles de chiíes llegan a Nayaf.

Desde entonces se sucede una retahíla de ultimatos acompañados de ofrecimientos. Siempre con las mismas premisas. El Gobierno exige la retirada incondicional de los milicianos de los santos lugares y el desarme del Ejército del Mahdi, del que reclaman que se transforme en partido político. Al Sáder y sus portavoces rechazan la propuesta y proclaman que derramarán "hasta la última gota de su sangre" en defensa de los sitios sagrados, "profanados" por la presencia de los militares norteamericanos. Las divergencias en el seno del Gobierno afloran por el manejo de la crisis.

Cerco al mausoleo

El 12 agosto, otra ofensiva, en la que Al Sáder resulta levemente herido, estrecha el asedio sobre el mausoleo del imán Alí, fundador del chiísmo. Los soldados norteamericanos se encuentran a 500 metros de la mezquita de cúpula dorada. Y el consejero de Seguridad Nacional viaja a Nayaf para convencer a los delegados del abanderado de la insurgencia. El fracaso es rotundo.

El 14 de agosto se decreta un alto el fuego por razones humanitarias. Es la víspera del arranque de la conferencia. Los cuatro días que se prolongó no fueron de los más violentos.

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Tal vez ninguna de las partes deseaba la solución política. Fuera o no su pretensión, la insurrección del Ejército del Mahdi reventó la Conferencia Nacional, en teoría un experimento democrático que se clausuró el miércoles sin que se votaran las dos listas presentadas y con la proclamación como vencedora de la lista de los partidos del Gobierno. Y como dijo ayer un ministro de Alaui, " va a ser una lección para los que luchan contra el Gobierno, no sólo en Nayaf, sino en todo Irak".

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