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Una disputa conyugal acaba en una trifulca en el cuartel de la Guardia Civil de Tomelloso

Cuarenta familiares del marido intentaron asaltar el cuartelillo donde se refugiaron 25 de los de ella

Jorge A. Rodríguez

Una disputa conyugal entre Rebeca, de 18 años, y Diego, de 20, un matrimonio de etnia gitana residente en Tomelloso (Ciudad Real), acabó el domingo con 25 miembros de la familia de ella refugiados en el cuartelillo de la Guardia Civil y 40 allegados de él rodeándolo y destrozándolo todo. Cada parte echa la culpa a la otra y las mujeres de las dos facciones aseguran que "esto no se va a quedar así". Un contingente de 40 antidisturbios de la Guardia Civil se ha acantonado en Tomelloso.

Ya van tres heridos por arma blanca, un guardia lesionado y seis detenidos. Y eso que Rebeca y Diego son primos, ambos de la familia de los Torres. Rebeca Gabarre Rodríguez lleva cuatro años casada con su primo Diego Rodríguez Torres. Milagros, la madre de ella, es hermana del padre de él, que se llama Raquel, aunque sea nombre de mujer. La familia de los Torres es un grupo gitano muy conocido en Tomelloso (Ciudad Real). Rebeca y Diego tienen una hija de nueve meses, Milagros. La pareja nunca se llevó muy bien, pero sus desavenencias no habían traspasado las paredes del piso en el que vivían, salvo por los cuchicheos de las mujeres de la familia.

Una disputa por la pequeña Milagros acabó en una batalla familiar entre los allegados de él y los de ella. La propia Rebeca cuenta su versión sin salir de la puerta de la casa de sus padres (Emilio y Milagros) en la calle Zaragoza, bajo la custodia de miembros de los Grupos Rurales de Seguridad: "El Diego vino el sábado por la mañana para llevarse a la niña. Le dije que me la devolviera por la noche, antes de las nueve. A las once y media fui a por ella. Me decían 'No la toques'. Me la quitaron de los brazos y me pegaron mi cuñada, mi suegro y mi marido. Se la quedaron".

Juan, hermano de Diego, lo ve así: "Se habían separado hacía cuatro días y Diego quería ver a su hija y tenerla hasta el día siguiente, pero ella y su madre, que no son buena gente, ni le dejaron". Rebeca se fue al cuartelillo y denunció los malos tratos que había recibido y el supuesto rapto de su hija. "Fue la Guardia Civil a por ella y me la trajeron". La niña estaba en la calle Arenal, donde vive la familia de él.

"Vinieron con machetes"

El domingo se montó la trifulca. Tal y como lo cuenta cada parte, las versiones no casan. Mercedes Torres Heredia, la madre de Diego, cuenta esto: "Estábamos durmiendo la siesta el domingo y pegaron a la puerta. Mi marido se levantó y abrió la puerta, sin camisa ni nada. Vinieron el padre y cuatro hermanos con unos machetes. A mi marido le dieron dos puñaladas, en el hombro y aquí en la espalda, y al Diego también. Decían que venían a matarnos. Mira que corte me dieron a mi en la cara por ponerme delante para que no mataran a mi hijo, que me tiraron al suelo y me pusieron el machete".

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Pero Rebeca ni siquiera admite que eso fuera así. "Vinieron a esta casa, que la querían quemar, pero no pudieron entrar. Bueno mi marido y mi suegro sí, pero yo me escondí debajo de una cama con la niña". El cristal de la puerta está roto y varios vehículos de la calle están destrozados. "Eso no ha pasado", replica Juan, hermano de Diego.

El caso es que 25 miembros de la familia de ella huyeron a refugiarse al cuartel de la Guardia Civil. "Para que no nos mataran", clama Rebeca, que luce dos grandes arañazos en el cuello. Cuarenta miembros de la de la facción de él rodearon el cuartel e intentaron entrar por la fuerza, según el instituto armado. En la algarada destrozaron todos los vehículos de la familia de ella que estaban en la calle, dos de ellos cargados de melones y sandías, porque los Torres se dedican a la venta ambulante. La Guardia Civil tuvo que pedir refuerzos para reprimir la algarada. "Tuvieron que venir efectivos de varios pueblos de los alrededores, pero el resto de la localidad apenas se enteró de lo que estaba pasando", aclara el alcalde, Carlos Cotillas (PP).

Fuerte escolta

Los agentes del puesto y los 40 miembros de los Grupos Rurales desplazados desde Madrid lograron templar los ánimos (un funcionario resultó herido leve), y tomaron medidas para asegurar la paz. Los 25 refugiados fueron sacados del cuartelillo con una fuerte escolta pasada la medianoche del sábado. Cortaron varias calles y dejaron algunos vehículos con sus dotaciones ante las puertas de la casa de la familia de ella, en la calle Zaragoza.

Tras la trifulca han quedado detenidos seis miembros de la familia de Diego, incluidos dos de los heridos: tres de ellos están acusados de tentativa de homicidio. "Son Diego y su padre, Aarón, Pepe, el Arturo y el Toño", explica Juan, que no se aclara: "Si la familia de ella ha venido a nuestra casa a matarnos, ¿porqué nos detienen a nosotros y no a ellos? No tiene sentido". El sentido es que fueron detenidos por el intento de asalto de cuartel. Los seis fueron trasladados ayer por la tarde a la cercana prisión de Herrera de la Mancha y mañana pasarán a disposición judicial.

Y, ahora ¿qué? Eugenio Torre, hombre de respeto de la familia, no lo sabe. "Yo quiero que la cosa quede tranquila, que se quede aquí... Somos familia". Ninguno de los hombres que lo rodea asiente. Las mujeres se apartan. "Usted sabe que en la ley gitana, esto no va a quedar así. Nosotras podemos olvidar, pero los hombres no". Ambas partes dicen que los contrarios están armados hasta los dientes. Los vecinos de las familias vaticinan: "En cuanto se vaya la policía se va a liar y va a ser peor".

La Guardia Civil protege el domicilio de una de las familias protagonistas del altercado.
La Guardia Civil protege el domicilio de una de las familias protagonistas del altercado.ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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