Felipe en persona

Un país que no respeta a sus mayores es un país indigno. Por eso me dolió, profundamente, que todos se escondieran en cuanto Felipe llamó al timbre. Por eso y porque me tocaba a mí aguantar las batallitas a palo seco.

-¿Qué tal todo, José Luis? Te veo bien.

-Bien, bien.

-¿Proyecto bien? ¿Estás bien de proyecto?

-Síííí.

-¿Seguro? No me gobiernes sin proyecto, ¿eh?

-Seguuuuro.

-¿Los chicos? ¿Moral óptima? Me alegro. Sobre todo, no me gobiernes sin proyecto. Tú déjale a Solbes el 95% de las decisiones. Tú, dedícate al proyecto. ¿Tienes grandes proyectos? ¿Seguro? Bien, bien, bien. En política internacional, cualquier cosa que hagas después del tarugo del bigote te quedará bien. Qué desastre, qué desastre. A mí me ganó con trampas. Si no, de qué. Bueno. Otra cosa. Cuando salgas por ahí fuera, seguramente muchos te preguntarán por mí, te hablarán de mí, que si Felipe esto, que si Felipe lo otro, que yo levanté la Unión Europea solo y tal. No te dejes abrumar. No creas todo lo que se cuenta de mí, hay mucho de leyenda. Porque, supongo, te preguntarán por mí, ¿no? ¿No? ¡José Luis!

-Claro que sí, Felipe, perdona.

-Ni caso de lo que digan. Sabes que no te doy consejos, porque no los necesitas, pero sí un par de normas muy claras.

-Felipe...

-En las reuniones europeas habrá uno que se querrá reunir a solas contigo. Ése es el que quiere acabar contigo.

-Sí, Felipe.

-Dile que sí, dile que aceptas, ¡pero...!

-Sí, Felipe.

-Pero no acudas solo. ¡Nunca solo!

-Felipe.

-Llega cinco minutos tarde, y siempre con intérprete, sobre todo si es letón o de algún país de esos del grupo del salmón ahumao.

-¡Felipe, basta! Todo está bajo control.

-Sí.

-Todo está en orden.

-Sí, claro que sí, José Luis.

-Tranquilo.

-Perdona, pero es que, José Luis, veo el Gobierno y, vaya, me parece todo tan lejano.

-Son otros tiempos ya, Felipe.

-Sólo conozco a Solbes.

-Y a María Teresa.

-Sí, es verdad. Fue secretaria de Estado con aquel sujeto. ¿Cómo se...?

-Belloch.

-Eso. Belloch. Recuerda, José Luis. Si alguien te dice: "Yo acabaré con la corrupción...".

-Felipe, no. Ya no hay corrupción.

-Ya, ya, ni paro ni despilfarro.

Entre mis pequeños fracasos, guardo especial desasosiego por no haber sido capaz de reunir alrededor de la misma mesa a José María Aznar y Felipe González, como ex presidentes del Gobierno, miembros del Consejo de Estado. ¡Ahí sí que se hubiera demostrado mi Bondad con mayúsculas!

-¡¿Yo con ése?! -me dijo Felipe.

-Métete el Consejo de Estado por donde te quepa -más directo fue Aznar.

A veces me pregunto si el talante me durará siempre, o si yo también acabaré por despreciar profundamente a mi sucesor en el cargo. O, algo peor, odiarle. Es difícil odiar a Rajoy, pero también es difícil que Rajoy sea mi sucesor, ¿no? Ahora podría escribir que mi sucesor aún está en COU y algún listillo diría: Ah, compañeros de promoción, ¿no?