_
_
_
_
Crítica:FESTIVAL DE TORROELLA DE MONTGRÍ | CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mozart rima con sardana

Mozart y sus sinfonías y las airosas sardanas de Vicenç Bou son los mimbres sobre los que se teje la Prague Sinfonietta, la obra que el Festival Internacional de Músiques de Torroella de Montgrí (Girona) encargó al compositor Leonardo Balada (Barcelona, 1933) y cuyo estreno tuvo lugar el viernes en el transcurso de un concierto de la orquesta Sinfonietta Checa en la iglesia de Sant Genís. Al saber que la orquesta que iba a estrenar la obra era de la capital checa, Balada estableció una conexión entre la célebre sinfonía Praga, una de las mejores sinfonías de Mozart, y Llevantina, una de las sardanas más conocidas de Bou, compositor nacido en Torroella de Montgrí.

Llevantina y la sinfonía Praga se parecen como un huevo y una castaña, ambas son grandes obras totalmente redondas, pero de naturaleza absolutamente diferente, y aquí está la gracia, pues proporcionan al compositor material contrastante con personalidad melódica y rítmica en cada caso muy definida. De ese contraste nace la nueva obra. Mozart domina en el arranque de Prague Sinfonietta, los motivos característicos aparecen esquematizados en un proceso casi de deconstrucción, una pulsación fija domina la cuerda en toda la primera parte, poco a poco los intervalos sobre los que se construye Llevantina empiezan a aparecer en maderas y metales ocupando cada vez más espacio sonoro y estructurándose cada vez más en forma de tema para, al final, ser claramente cita. Prague Sinfonietta es un breve e interesante viaje musical de poco más de 10 minutos que, empezado en Praga, acaba, sin incidentes mayores, en Torroella de Montgrí. No es más, tampoco menos, que eso.

Se siguió con una versión óptima del Triple concierto Op. 56 de Beethoven con los miembros del prestigioso Trío Guarneri como solistas. Empezó la orquesta presentando el tema que después retomarían los solistas y con sólo ver la cara de tranquila satisfacción de Ivan Klanski, el pianista, supimos que todo iba a ir bien, y así fue. Tres gatos viejos, pero en buena forma, divirtiéndose con el Triple concierto, y si en algún momento la afinación del violonchelo quizá rechinó, se podía perfectamente no tener en cuenta.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_