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Reportaje:GENTE

El español entra mejor con torrijas, paella y salmorejo

La UIMP de Santander imparte cursos de gastronomía a un grupo de estudiantes extranjeros para ampliar sus conocimientos del castellano

El profesor es Ignacio Pérez, cocinero del restaurante granadino El Botánico. "Yo no hablo idiomas, así que me tengo que hacer entender con gestos o con lo que sea", apunta.

Namuri mueve con brío el arroz. En la cocina-aula hay dos fogones de vitrocerámica, todo tipo de útiles y condimentos y cuatro mesas donde cada grupo de alumnos sigue los pasos que indica Ignacio. "Yo no hago nada", cuenta el cocinero, "les digo cómo tienen que preparar los ingredientes y ellos intentan aplicar lo que les pido", añade. Ignacio se da la vuelta y le dice a Michael, estadounidense de 20 años, que eche otro vaso de agua, "ya no pongáis más limón", añade.

"La paella es un plato que nunca han visto y es más difícil de elaborar, hay que estar muy pendiente", dice el cocinero. "El otro día estuvieron aquí 12 japonesas, en fila, todas querían hacerse una foto conmigo", cuenta Ignacio, "yo les decía 'esto es un tomate', y le hacían una foto al tomate... Total, que se me pasó el arroz".

Este tipo de clases son un complemento para los cursos de español que se imparten aquí durante la temporada estival. En total hay 24 alumnos divididos en dos grupos, el doble que el año pasado. Este verano se han matriculado austriacos, alemanes, japoneses, estadounidenses, suizos, italianos, griegos... "El año pasado había alguna alumna musulmana y no podíamos cocinar platos con cerdo o con vino blanco", indica Ignacio. "Con este método los chavales tienen que comunicarse, aprender vocabulario y soltarse, no se trata de que aprendan a cocinar, sino de que conozcan nuestra cultura", dice este cocinero que desde hace tres años pasa sus únicas vacaciones en Santander, dando clases. "Es que ahora en Granada es temporada baja", añade.

Domingo Sánchez-Mesa, director de los cursos de español para extranjeros de la UIMP, añade que "a través de situaciones reales, como la de estas clases, los alumnos van desarrollando estrategias de comunicación y de manera lúdica van aprendiendo tanto el idioma como nuestras costumbres".

Tortilla de patatas, torrijas, salmorejo, paella... los estudiantes se comen todo después de cocinarlo, y les gusta. Al profesor también, aunque el arroz ha quedado poco suelto. "Es sabrosa, las he probado mucho peores en algunos sitios", concluye orgulloso el profesor-cocinero.-

Un grupo de estudiantes aprendía ayer a cocinar paella.
Un grupo de estudiantes aprendía ayer a cocinar paella.JOAQUÍN GÓMEZ SASTRE

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