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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las mismas víctimas

El endurecimiento del Código Penal para los delitos de violencia doméstica, en vigor desde el pasado octubre, ha provocado un espectacular aumento de las detenciones de agresores. Los arrestos se han multiplicado por cuatro si se comparan los del primer semestre de este año (11.294) con los del mismo periodo de 2003 (2.519), cuando la ley era más suave. La reforma penal, que ha convertido en delito (con detención aparejada) todas las agresiones en el ámbito familiar excepto las coacciones y amenazas leves, ha demostrado su eficacia. Pero no basta. Entre otras cosas, porque el endurecimiento no ha permitido frenar la sangría de vidas, abrumadoramente femeninas. El año pasado, 71 mujeres murieron a manos de sus cónyuges o ex parejas, según el Instituto de la Mujer. En lo que va de 2004 han perdido la vida 40.

De ahí la necesidad de que el Parlamento apruebe, con celeridad y el mayor consenso posible, la ley integral contra la violencia que padecen las mujeres. Se trata de una iniciativa destinada a prevenir el maltrato (sobre todo mediante la educación en la igualdad) y a ayudar a la recuperación de las víctimas mediante un amplio sistema de apoyos que les permita dar el paso más difícil: denunciar al agresor que, con frecuencia, es también el padre de sus hijos y el sostén económico de la familia.

Presentar una denuncia es la única manera de lograr el amparo del Estado, ya sea a través de la orden de protección, pactada por todos los grupos políticos y cuya eficacia ha quedado demostrada (sólo ha muerto una mujer que dispusiera de ella), o de otras medidas cautelares como el alejamiento, cuya violación provoca ya la detención inmediata. Sin embargo, pocas maltratadas acuden aún a la comisaría, como se desprende de los datos del Consejo General del Poder Judicial: tres de cada cuatro fallecidas en 2002 no habían presentado denuncia. Ninguna ley resuelve los problemas de un plumazo. Pero una norma integral contra la violencia sexista sí puede y debe sentar las bases para que las maltratadas denuncien su situación y puedan salir de ella con el respaldo de toda la sociedad.

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