La antorcha ilumina la Acrópolis
Los Juegos arrancan hoy en una ciudad resignada a la calma, con altos dignatarios en sus calles y las estrellas deportivas a punto
El frenesí de los últimos retoques contrastaba ayer con la insólita imagen de Atenas resignada a la calma. Nadie parece alterarse en una ciudad que no se distingue por su paciencia. La mayor parte de los atenienses se ha escapado a la costa, a la espera del comienzo de los Juegos. La tregua se aprovecha para pulir las tareas retrasadas. En algunas estaciones de metro, cuadrillas de obreros se afanaban en pintar, limpiar y adecentar paredes y suelos. Ya no es posible disimular la sensación de inminencia.
Hoy arrancan los Juegos y la seguridad se ha convertido en una obsesión. Los aviones Mirage del ejército griego han recibido la orden de patrullar el cielo de la capital a una altura de 20.000 metros. Las medidas de seguridad se han multiplicado en las últimas horas. No es posible subir en el ascensor de un hotel sin un registro previo. La presencia de policías y soldados es cada vez más evidente en las calles, machacadas por el sol, que en esta ciudad no perdona un grado.
Llegan los altos dignatarios y también comienzan a aparecer las grandes estrellas del deporte. La reina Sofía, acompañada por la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín, inauguró la Casa de España, centro de reunión de los españoles que acudan a Atenas. Un aire optimista presidía los comentarios de dirigentes y atletas españoles presentes en el acto. Después del discreto resultado de Sidney, donde sólo se obtuvieron 11 medallas, los pronósticos elevan la cifra, quizá hasta 15 o 16 medallas. Es hora de cábalas en todos los equipos, también en el estadounidense, donde Michael Phelps se mantiene firme en su desafío. Espera eclipsar las siete medallas de oro que logró Mark Spitz en Múnich 72. El reto es objeto de polémica en todos los corrillos. Los australianos, con Ian Thorpe a la cabeza, consideran que es una idea descabellada. Los compañeros de Phelps no pueden remediar la envidia y tratan de impedir la hazaña. Le discuten su presencia en el relevo 4x100 metros libre o le niegan cualquier posibilidad de victoria en los 100 mariposa. Phelps calla y espera el oro. Para el nadador estadounidense, la cuenta atrás está a punto de terminar. Mañana comienza su fascinante desafío, apenas unas horas después de cerrarse la ceremonia de inauguración de hoy, que tendrá a la yudoca Isabel Fernández como abanderada del equipo español, el quinto más numeroso en Atenas. La designación de Isabel Fernández es el síntoma de los tiempos que corren en el deporte español, donde las mujeres han sido noticia constante por sus éxitos. Han pasado sólo doce años desde que Blanca Fernández Ochoa y Miriam Blasco consiguieran las primeras medallas de las deportistas españolas. Sobre ellas recaerá gran parte de las esperanzas en Atenas. Una ciudad que ayer se acostó con la antorcha iluminando la Acrópolis, en cuyo traslado final colaboró el mítico Carl Lewis.
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