_
_
_
_
Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Las noches se visten de jazz en las calles y plazas de Siena

Un homenaje al legendario Count Basie en el centenario de su nacimiento fue el cierre elegido el pasado sábado para el Siena Jazz, un festival que desde 1978 convoca durante 15 días a estudiosos, místicos y amantes de "la música clásica del siglo XX".

Situada en el epicentro de la campiña toscana, la ciudad de Siena revive a cada paso su herencia monumental medieval y renacentista. Durante el verano, la histórica villa de los Salimbeni, fundadores de la banca moderna, revive de su letargo invernal para acoger a las hordas turísticas y celebrar los dos grandes acontecimientos de la temporada estival: el Palio, la carrera ecuestre de fama mundial originada entre los siglos XII o XIII, y la gran fiesta de la música, el Siena Jazz, cuya celebración ocupa los días intermedios entre el primer -2 de julio- y el segundo Palio -16 de agosto-.

A lo largo de 15 días, la llamada "música clásica del siglo XX" toma las calles y plazas de la ciudad, incluyendo los dos grupos arquitectónicos emblemáticos de la misma, la plaza del Campo, escenario del Palio y del concierto inaugural de Siena Jazz, y el Duomo, la imponente catedral de característico tono blanco y verduzco uno de cuyos lienzos sirvió de telón para la gran sesión de clausura, celebrada este fin de semana.

Cada músico contó con su propio grupo de 'tifosi', que hizo lo posible por subrayar sus gestos y, de paso, acallar al de al lado

La jornada constó de un doble concierto en homenaje al pianista y director de orquesta Count Basie, de cuyo nacimiento se cumple el centenario. El acto, gratuito, como todos los restantes, convocó a una multitud tanto delante como sobre el escenario, con dos formaciones de proporciones nada corrientes dispuestas sobre el mismo: la heterogénea Orchestra Laboratorio, dirigida por el saxofonista Mario Raja, con coro, sección de cuerdas, big band de jazz y dos instrumentos tan poco habituales al jazz como son el acordeón y el arpa, y la bastante más ortodoxa big band de Giancarlo Gazzani. Con la música directa y contagiosa de Basie por bandera, la ciudad dijo adiós a 15 días de música.

Cuentan sus responsables que el Siena Jazz nació en el año 1978 del deseo de adentrarse en los secretos del género, por aquel entonces apenas provisto de instituciones docentes. Lo que empezó con un elenco de media docena de profesores recogidos al vuelo y no más de 30 alumnos, ha terminado en un acontecimiento sin parangón, el más importante de cuantos se celebran en Europa, que ha reunido este año a 200 estudiantes venidos de toda Europa, Japón y Estados Unidos, incluyendo un jovencísimo pianista florentino de sólo 12 años.

Siena Jazz no sólo proporciona al interesado la posibilidad de sumergirse en los recovecos teóricos de esta música a través del aprendizaje, sino que se extiende a lo largo de una extensa red de conciertos en los cuales el alumno pone en práctica lo aprendido ante un público numeroso y apasionado; bien entendido que, en sus apariciones públicas, es guiado con mano experta por miembros del cuadro docente. Las sesiones tienen lugar todas las noches en el local de alguna de las contradas, la peculiar institución que define el espíritu independiente de los habitantes de la ciudad. Similares a nuestras cofradías, las contradas compiten en el Palio por hacerse con el preciado estandarte y gestionan la zona o barrio bajo su administración. La pasión con que los sieneses viven cuanto se refiere a su contrada es similar al entusiamo que despierta entre ellos el jazz. Es así que, desde los inicios de Siena Jazz, los contradoli han abierto sus centros sociales y jardines al género, que se ha incorporado al calendario festivo de la ciudad.Antiguas cavas de origen medieval y sus espacios adyacentes abiertos al cielo estrellado constituyen el escenario con el que cualquiera puede soñar para escuchar música de jazz. No le faltará el vaso de vino, tampoco el cuenco rebosante de pici, la pasta local que la organización de cada contrada se encarga de repartir entre la concurrencia en raciones generosas.

El espectáculo de escuchar jazz en una contrada es de los que no se olvidan. La noche en que, por ejemplo, una representación de Siena Jazz visitó la contrada de Valdimontone o del Carnero, el público se hallaba repartido sobre el césped, en grupos, y a lo largo de las mesas y sillas instaladas sobre el mismo, en lo que más se asemejaba a un festejo de bodas que a un festival de jazz. Las agrupaciones musicales de todo orden y condición se sucedieron por riguroso turno, alternándose los maestros del género de prestigio internacional, como el trompetista Enrico Rava, uno de los pioneros del free jazz, o el pianista Franco d'Andrea, con los recién llegados en lo que, acaso, fuera su primera experiencia cara al público. Cada músico contó con su propio grupo de tifosi, que hizo lo posible por subrayar ruidosamente sus gestos y, de paso, acallar al de al lado.

Junto a todo lo dicho, existe "otro" Siena Jazz de carácter itinerante, cuyo espacio son los pueblos y centros turísticos vecinos a la villa, algunos tan dignos de ser visitados, con o sin jazz, como el balneario de Bagno Vignoni, en San Quirico d'Orcia, singular conjunto arquitectónico erigido en torno a una inmensa pileta rectangular de aguas termales levantada en tiempos de la Roma imperial. Éste fue el marco para la presentación del extraordinario pianista Stefano Battaglia, joven talento del jazz italiano, a un paso de convertirse en un músico de referencia en toda Europa.

Uno de los escenarios del  Festival Siena Jazz, durante un concierto.
Uno de los escenarios del Festival Siena Jazz, durante un concierto.CLAUDIO PALAGINI

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_