Alegría en el cuerpo
Los jóvenes llenan los mercados de comida y el concierto de Cheb Balowski en su primera noche en el Fórum
El ambiente en el recinto fue distinto todo el día, pero alcanzó su apogeo entrada la noche. Todavía con la euforia de la festiva ceremonia inaugural en el cuerpo, los participantes en el Festival Mundial de la Juventud llenaron como nunca, en horario de cena, los mercados y chiringuitos de comida. A primera hora y sin conocer el recinto, el mogollón se produjo en la jaima, entrada lógica al resto de los espacios.
"Rosso? Good". La pareja de chavales italianos llevaba rato buscando el chiringuito en el que les tocaba comer y se les iluminó la cara al encontrarlo. Para evitar aglomeraciones, la organización del festival ha dividido el recinto en zonas, que se diferencian por colores, igual que la distribución de los participantes en el cámping o los bonos de comida. El de los dos italianos correspondía a los mercados de comida del puerto. El menú: gazpacho, arroz cantonés, pan, fruta y helado. Otros cenaron en el muelle del este o abajo, junto a la entrada al puerto.
Tratándose del primer día, las delegaciones tomaron posiciones en las mesas sin mezclarse. Aquí una de palestinos -con el pañuelo colgado del cuello-, allí una de lituanos -no han soltado las banderas desde que llegaron-, o los de Rarotonga, que no tardarán en hacerse famosos por sus vestidos inconfundibles. El domingo, ellas llevaban un tocado elaborado con palma y ellos enormes conchas a modo de colgantes. Todos lucían el mismo y colorido estampado.
Acabada la cena, como dicen las abuelas: a la calle a pegar gritos. Sólo que en el Fórum no hace falta salir a la calle. Abrió fuego el dj Roger Gisbert, que pinchó, como es habitual, debajo de la pérgola fotovoltaica. Ya en la bajada desde la plaza, atuendos discotequeros, sobre todo en las chicas: poca ropa y ajustada. Poco público, justo ocupaba la pista central. Pero, eso sí, entregado. Nada habitual en domingo por la noche. La mayoría prefirió el concierto de los mestizos Cheb Balowski, que pusieron el escenario de la Marina a reventar y el público a botar sin tregua. Otra novedad en un domingo. Sobra decir que también los puestos de cerveza situados a la entrada del escenario daban gusto de ver. Allí, un joven búlgaro se mostraba eufórico con el recinto y la oferta. De sus palabras traslucía que no se había enterado de que estaba en el Fórum. Creía que todo el tinglado era por el festival. No era el único.
Pero no sólo de música viven la noche los participantes del Festival Mundial de la Juventud. Hay una actividad ampliamente practicada universalmente por los jóvenes, que no es otra que, y sin ánimo de ofender, hacer el burro. ¿Dónde? En las áreas de juego infantil. Por su originalidad, también arrasan entre los energúmenos. ¡Y cómo se partían de risa!
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