Una sesión de kung-fútbol
El Barça cierra su gira asiática en Shanghai con un gol de Larsson y dos de Luis García
El cine chino contemporáneo es un gran desconocido para nosotros. Apenas se estrena alguna película de vez en cuando y siempre en versión original subtitulada: la lenta existencia de una anguila, los azares de unos baños públicos, las peripecias de un niño tibetano... Nada sabemos de su cine comercial, del que es capaz de llenar grandes salas. Sin embargo, hace un par de años, una de sus películas de más éxito se estrenó en ciudades como Nueva York o París. El film se llama Shaolin soccer en la versión inglesa -es decir Fútbol shaolin- y contaba una historia divertida y estrafalaria. Un ex monje shaolin, como los que hace unos meses presentaron un espectáculo de piruetas en Barcelona, harto de que nadie considere ya las virtudes espirituales del kung-fu, se encuentra con un ex futbolista y monta un equipo cuyas cualidades físicas y tácticas se inspiran en las artes marciales, revindicadas a través de sus triunfos.
SHANGHAI UNITED 0 - BARCELONA 3
Shanghai United: Jiang Jin; Zhao Zuojun (Cheng Liang, m. 37), Huang Zhenhua, Adams; Wu Chengying, Li Yan, Du Pin, Li Ming; Wang Yun, Ayew Kwame y Fan Zhiyi.
Barcelona: Rüstü; Belletti, Puyol, Márquez (Motta, m. 46), Sylvinho (Navarro, m. 18); Gabri (Gerard, m. 46), Xavi (Van Brockhorst, m. 46), Edmilson; Ronaldinho (Iniesta, m. 46), Larsson (Oleguer, m. 60) y Luis García.
Goles. 0-1. M. 3. Luis García. 0-2. M. 33. Larsson. 0-3. M. 50. Luis García.
Árbitro: Huang Junjie. Expulsó a Oleguer y Wu Chengying por agresión mútua (m. 75).
Unos 10.000 aficionados en el estadio Internacional de Shangai.
La película, dirigida e interpretada por Stephen Chow, se puede encontrar en DVD en los bazares de Shanghai y es una charlotada divertida en la que lo más sobresaliente son las escenas de fútbol, la forma en que fueron filmadas. Los jugadores aprenden a regatear o a chutar siguiendo los parámetros del kung-fu. Son aprendices de Bruce Lee que saltan con movimientos felinos, se detienen en el aire y rematan de chilena sin saber lo que hacen. Un contraataque tiene reminiscencias de la violencia de John Woo y el momento decisivo en que un jugador remata a puerta es filmado con la técnica de los creadores de Matrix, con ironía incluida. Gracias al éxito que consiguió en su momento, es muy probable que sea la mejor aproximación que millones de chinos han tenido al fútbol en los últimos años, desde el boom de la Copa del Mundo de Japón y Corea del Sur.
La información es pertinente. Viendo el partido -por llamarle algo- que anoche disputaron el Barcelona y el International Shangai United, se descubre que la evangelización azulgrana, y futbolística en general, todavía está muy verde en China y que quizás actualmente sigue siendo más poderosa la influencia de una película graciosa que el fútbol real.
El Barça dominó el encuentro de un extremo al otro y, como ya era habitual en su gira asiática, resolvió por medio de sus goleadores. En el minuto 3, Luis García remató de cabeza una falta centrada por Sylvinho y fue gol. Media hora más tarde, Larsson aprovechó un centro del propio Luis García y marcó. A esas alturas, la selección de Shanghai ya había comprendido que las pasaría canutas y optó por popularizar el kung-fútbol. Poco a poco, las entradas y las faltas se fueron haciendo más duras y el juego quedó desconectado.
En la segunda parte, Frank Rijkaard cambió jugadores con la intención de evitar bajas innecesarias y daños colaterales. Se fue Ronaldinho. Reapareció Motta, después de su lesión en Peralada, y Edmilson pasó al centro de la defensa. En el minuto 49, Luis García sacó un disparo desde fuera del área y batió por bajo al portero chino. El gol debió de sentar como una patada al equipo de Shangai porque a partir de entonces el partido se desintegró.
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