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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Un verdadero aluvión de turistas

El festival colapsa las infraestructuras hoteleras y los servicios en una amplia zona del litoral de Castellón.

María Fabra

El tiempo respeta a los fibers. Al menos, de momento. Con buen tiempo y la "experiencia" acaparada en anteriores festivales, una gran parte de los asistentes a esta décima edición del FIB ha llegado a Benicàssim más preparada que nunca. El sorteo de un hueco en la cuerda, instalada entre tienda y tienda de campaña, para tender ropa mojada, bañadores o toallas, ya no es tan frecuente como en años anteriores. Pese a que las botellas de agua de escasa capacidad siguen formando parte del ambiente general, las garrafas también comenzaron a escasear ayer en algunos establecimientos debido al "acopio" de los más previsores. Cremas protectoras, para que un mal rayo de sol no amargue el resto del festival, gorras y pañuelos, para evitar dolores de cabeza más allá de los precisos, y civismo, a la hora de seguir las instrucciones de la Guardia Civil para circular, conforman la sintonía de los primeros acordes de la principal cita musical del verano. Como siempre, la llamada acampada Bonet ha sido la primera en llenarse. Dispone de más sombras, más servicios y, aunque es la más alejada del recinto, también es la más cercana al núcleo urbano. Además, algunos fibers han decidido "cargar" con su propio medio de transporte: monopatines. Todo se aprende.

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La música ya suena en Benicássim

Realmente, la llegada de los asistentes al FIB ha supuesto el primer aluvión de turistas a la costa de Castellón, inmersa en una temporada de escasa incidencia. Atraídos por el centenar largo de artistas, las 180 horas de programación musical, la playa, el festival de cortometrajes, los siete escenarios, el fib-actúa, el buen rollo, el fib-art y la pasarela de moda, el panorama en cámpings, hoteles y pensiones ha sufrido un vuelco total respecto a la ocupación de hace apenas quince días. Y no sólo en Benicàssim. Localidades costeras como Oropesa, Torreblanca, y el propio Castellón, e incluso Vila-real, más al sur, acogen a asistentes o participantes en el festival. Sin embargo, la implicación de estos municipios y sus ayuntamientos es nula en lo que se refiere a cualquier tipo de apoyo palpable al FIB. Tampoco en lo que se refiere a las comunicaciones, algo que los fibers echan de menos, conscientes de las ventajas de utilizar transporte público.

La conexión con el "exterior" tiene este año, además de los habituales SMS, dos vías innovadoras. La primera es el Ahí estoy yo, un concurso organizado por el propio festival que permite colgar en la web oficial fotos del "día a día". La segunda, una propuesta artística, ideada por Ricardo Iglesias y Gerald Kogler, que reproduce, en una pantalla en el interior del recinto de conciertos y en Internet, las imágenes y los textos enviados por el público desde los teléfonos móviles.

Además de los que se suben al escenario, se han visto otras "caras populares". Son algunos de los miembros del jurado del festival de cortos, más internacional que nunca, y de actores y actrices que se dejan ver por la ciudad. Daniel Guzmán, Roberto en la serie Aquí no hay quien viva, ha presentado uno de los cortos que lucha por "la hormiga de Capi" y los 6.000 euros que acompañan al simbólico trofeo. Dos de los actores de Los soldados de Salamina, María Botto y Alberto Ferreriro, también andan por Benicàssim, así como Pablo Rivero (Cuéntame), Adrià Collado o Jorge Monje (Paco y Veva). Por su parte, Geli Alabadalejo (Manolito Gafotas) y la actriz Bárbara Goenaga habrán de decidir entre los mejores cortos, junto a Julien Temple, Miguel Ángel Martín y José Luis Cienfuegos.

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