Las cloacas del olimpismo
Las sospechas de corrupción en el olimpismo son legendarias. El sistema de designación de las sedes está en su base. Las ciudades se pasan años haciendo campaña para lograr el apoyo de los 124 miembros del COI y para eso necesitan la ayuda de oscuros agentes que se enriquecen a su costa.
La historia revelada por Panorama se centra en Ivan Slavkov, de 64 años, miembro del COI desde 1987, presidente del olimpismo búlgaro y de su fútbol, miembro de comités en la FIFA y la UEFA. Playboy en sus tiempos mozos, siempre vividor, yerno del antiguo dictador comunista Todor Jivkov, ex ministro de Deportes, durante años no asistió a las reuniones del COI hasta que fue absuelto de la acusación de malversación de fondos en su país, aunque sí fue multado por posesión ilegal de armas. También fue absuelto de la acusación de participar en 1998 en las corrupciones de Salt Lake City 2002.
Slavkov fue presentado a los reporteros camuflados por el serbio Goran Takac o Takatch. Este agente deportivo es hijo de Artur Takac, antiguo consejero de Juan Antonio Samaranch, ex presidente del COI. Artur desapareció misteriosamente en enero pasado mientras esquiaba. Takac, que en Panorama se refiere a más de 30 miembros del COI a los que dice poder comprar, preside una compañía publicitaria que difunde la candidatura de Sofía para los Juegos de invierno de 2014 y una compañía de diseño que dice haber logrado contratos con 17 ciudades candidatas. Cobra 3.600 euros al día por ponerse al servicio de una candidatura para conseguir votos.
Mahmood el Farnawani, egipcio, de 71 años, ha vivido desde 1969 y hasta hace poco en Oakville, en las afueras de Ontario (Canadá). Trabajó sin éxito para Toronto 1996 y 2008. Asegura que su papel fue crítico para que Sidney 2000 derrotara a Pekín por dos votos. Salt Lake City le pagó el equivalente a 95.000 euros por tres años de servicios. Toronto y Sydney le pagaron más de 50.000 cada una.
El kuwaití Muttaleb Ahmad es director general del Consejo Olímpico Asiático, lo que no le impidió ofrecerse como agente a los falsos reporteros. Recibió de Salt Lake City 53.000 euros y asegura que el 70% de los miembros del COI que participaron en esa corrupción siguen en activo. El húngaro Gabor Komyathy, con fama de buen conocedor del COI, afirma que cada voto cuesta 200.000 euros, más gastos.
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