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El Fórum de Maruja | HUMOR
Columna
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Hasta la piñata del peñazo Peñón

Agradezco muchísimo al ministro Moratinos que se haya referido a mi emotividad. Claro que habló de los españoles en su conjunto, pero es la primera vez -y aún más: se lo dijo a un inglés estirado- que un ministro me nombra con buenas intenciones. Es la primera vez que un ministro me nombra.

Tengo que admitir que esta columna no sale porque sí, ni apresuradamente: a eso de las siete ya estoy con la oreja en las tertulias. Y he de añadir que nunca, nunca, nunca en lo que va de agosto -cuatro días, como quien dice- he estado más hasta la mismísima piñata del peñazo del peñón de Gibraltar, y de todos los eventos que rodean el 300º aniversario de su conversión en el embrión de lo que es ahora. Bastante fastidiado anda el planeta como para empezar a autoinflarse las napias con temáticas reivindicativas. Cielos, cómo odio las fronteras, las verjas, los muros, los fosos y la épica de cada uno de los bandos que se encuentran separados por semejante mierda.

Tienen razón los que protestan en contra. El Chivas que pasamos de contrabando ya no es lo que era, y de precio, ni te cuento

Pero no quiero hablar de utopías, aunque no estaría mal que las autoridades de Barcelona, en este año Forumculoso, decidieran qué hacer con la juventud de su ciudad: desalojando okupas de madrugada no se detiene el descontento ni se frenan las ganas de cambiar el mundo. La especulación y la okupación deberían contar con alguien que supiera manejar las situaciones desde el fiel de la balanza. Y no sólo en Barcelona.

Qué punto tendría -por cambiar de tema y ponerme humorística- que la sargento Lynndie, que al parecer será madre soltera (el padre, otro torturador, ya tiene una familia propia: es que siempre te dejan por la señora), y el hijo del dueño del centro comercial de Asunción (ambos aparecieron ayer en las fotos de los periódicos y otras impactantes imágenes); qué oportuno sería que se les casara y condenara a vivir juntos en prisión. Digno remate para la aventura de la joven lumpen estadounidense que se alistó para ver mundo, cobrar un sueldo, manejar armas y sentirse más blanca y superior de lo que nunca se sintió en su propio país, y con barra libre para vejar a los inferiores. El otro -que tiene el aspecto de haberse alimentado zampándose el PIB de Paraguay: por sobrepesísimo y por mirada de explotador- quizá podría hacer un poco de ejercicio, conducido por Lynch: sudorosos paseos por la celda, de rodillas.

Aug, qué deprimente, mejor volvemos a Gibraltar. Tienen razón los que protestan en contra: el Chivas que pasamos de contrabando ya no es lo que era, y de precio, ni te cuento. Habrá que hacer algo, a nivel de conversaciones entre dos Gobiernos.

Este agosto resultaría sencillamente insoportable -si se fijan, mientras nos empeñamos en alegrárselo a ustedes, sólo suceden cosas malas- si no fuera porque pronto empezarán los Juegos Olímpicos, o JJ OO, que yo insisto en llamar Olimpiadas y espero que este año nos dejen, ya que sucederán cerca del Olimpo propiamente dicho. Qué gusto: atletas corriendo por las pistas, lanzadores de jabalina, nadadores, campeones del triple salto mortal con pértiga, bateadores de pelotas, arrojadores de discos, halterofílicos; en fin, la amplia fauna del deporte mundial, a los pies del Partenón. Te dan ganas de releer a Platón, al pensar en esos mozos y mozas en sus respectivos vestuarios duchándose, sometiéndose a sesiones de masaje y pasión. Adoro las retransmisiones televisivas, y mi preferido es el Momento Linimento. Adicta como soy al Voltarén gel, encuentro prodigiosos esos rostros contraídos por el dolor, mientras las manos del masajista van y vienen, vienen y van.

Y además, seguro que la mayoría se dopa. Tal como está el mundo, con la cantidad de muros, verjas, fosos, fronteras y otras mierdas que hay, no me extraña que para participar en algo de tipo globalizador que no sean la Banca ni la Bayer haya que meterse de todo.

Mire por dónde, ministro Moratinos, ese esfuerzo internacionalista sí me pone emotiva.

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