La elefanta blanca de Sri Lanka
Una elefanta blanca ha sido avistada varias veces en Sri Lanka en las últimas semanas. Los guardas del parque nacional de Ruhunu la han llamado Sue, que significa "blanco" en sinhalés. Por el aspecto debe de tener unos 11 años, y vive en una manada de 17 cachorros y hembras adultas. El director del Departamento de Conservación de Sri Lanka, Dayananda Kariyawasam, y el veterinario del Centro de Conservación de Colombo, Vijitha Berera, han asegurado a www.nature.com (30 de julio) que jamás se había avistado un elefante blanco en el país, con la excepción de una fugaz aparición registrada hace siete años, que nunca pudo ser confirmada, y que probablemente se trataba de la propia Sue cuando era una niña. Ya no lo es: Berera cree que Sue está preñada.
Las culturas surasiáticas otorgan a los elefantes blancos propiedades mágicas y misteriosas. La reina Maha Maya de Kapilavastu, por ejemplo, soñó que un elefante blanco había penetrado en su vientre, y diez meses lunares después nació Buda bajo su brazo derecho. El niño, que andaba y hablaba perfectamente desde el momento de su nacimiento, anunció que ésa era su última reencarnación. El rey Shuddhodana pidió a los astrólogos de la corte que adivinaran el futuro del niño, y siete de ellos auguraron que sería un chakravartin, un rey del cosmos.
Los antiguos reyes de Burma y Siam creían en la prosperidad que garantizaban los elefantes blancos. El rey Mongkut, de Siam, oyó en 1860 que América no tenía elefantes blancos, y le ofreció al presidente de Estados Unidos unas cuantas parejas aptas para la cría. Lincoln le respondió amablemente que el clima norteamericano era inadecuado, y que su país estaba más interesado en la máquina de vapor.
Es probable que los reyes de Birmania y Siam, criando y cruzando a sus valiosas bestias blancas, estuvieran seleccionando durante siglos un gen del albinismo en la población de los elefantes asiáticos. Pero, ahora que los asiáticos también se han pasado a la máquina de vapor, los elefantes blancos escasean cada vez más. No se ha visto ni uno desde 1961. Abundan en las pinturas, esculturas, tallas, murales y documentos de Tailandia, pero no en los telediarios.
La deforestación está devorando los hábitats que sustentan a los elefantes en Sri Lanka. Los 4.000 paquidermos que quedan en el país viven en áreas protegidas, pero a menudo se deslizan hasta los cultivos adyacentes en busca de comida. A los agricultores no les gustan esas visitas y los matan a tiros, a un ritmo medio de tres decesos a la semana. Los elefantes ceilandeses tienen problemas.
El albinismo se ha documentado en todos los mamíferos -Copito de Nieve era un caso célebre en el mundo-, y también en los pájaros y en los reptiles. Los genes del albinismo andan flotando por todas las especies sin que se note mucho, porque un animal sólo es albino si hereda dos copias del mismo gen defectuoso, y eso, simplificando un poco, requiere que su padre y su madre sean primos o poco menos.
Y eso es lo que le ha pasado a la elefanta de Sri Lanka, Sue: que su padre y su madre eran primos o poco menos. Cada vez quedan menos elefantes, y por tanto, la endogamia es cada vez mayor. Quizá todos los elefantes de la isla sean blancos dentro de 200 años. Y quizá no quede ninguno dentro de 400. Ése es el sombrío augurio que nos ha traído la bestia mágica.
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