Bryce Dallas Howard: Un rostro futuro
La joven actriz, hija de Ron Howard, se convierte en una de las promesas del cine estadounidense
Bryce Dallas Howard aún no ha llegado a la portada de ninguna de las grandes revistas estadounidenses. Todas las publicaciones han sido precavidas: sus ojos azul cristal, su pelo rojo fuego y su blanquísima tez serían un suculento plato para cualquier editor, pero acaban de aparecer por primera vez en la gran pantalla y aunque su debut venga de la mano de M. Night Shyamalan, que la ha convertido en la heroína de The Village, y de Lars von Trier, que la dirige en su próximo filme, Manderlay, la prensa aún no se ha atrevido a apostar por ella.
Bryce Dallas Howard debe estar hecha de un material muy fino, pues, con apenas 21 años y ninguna experiencia cinematográfica, fue elegida para sustituir a Kirsten Dunst en The Village y a Nicole Kidman en Manderlay, filmes a las que ambas renunciaron por conflictos de fechas.
Debe estar hecha de un material muy fino, pues, con apenas 21 años y sin ninguna experiencia, fue elegida para sustituir a Nicole Kidman
Pero tras el estreno el pasado viernes de la película de Shyamalan, los críticos ya la señalan con el dedo. Una actriz "muy prometedora", según Los Angeles Times, "una nueva estrella que ofrece una interpretación poderosa", según The Rolling Stone. The Variety, la biblia del cine, la considera, junto a Joaquin Phoenix y William Hurt, lo único realmente interesante del nuevo filme del director de Señales y El sexto sentido.
Ella, que conoce bien la fama porque es hija de Ron Howard, el niño actor de los cincuenta reconvertido en oscarizado director de Hollywood, se alegra de no ser aún ninguna celebridad. "Y quizás nunca llegue a serlo. De momento no estoy preparada para ello. Además, mi modelo no ha sido mi padre, que por otro lado siempre ha tratado de separar su vida personal de su vida profesional. Mis modelos han sido mis abuelos y mi tío, que se ganaron la vida muy bien como actores sin llegar a ser nunca famosos", explica, mientras observa una impresionante vista de Nueva York, su ciudad adoptiva, desde lo alto de un rascacielos.
Es extremadamente modesta y parece sincera, aunque quizá sea simplemente muy buena actriz. "No espero que nadie se fije en mí, y si lo hacen lo único que puedo decir es que mi trabajo es el resultado directo de Night, yo no lo hubiera podido hacer sola", asegura.
Bryce Dallas Howard, que hoy tiene 23 años, es la imagen de la inocencia, el coraje y el amor en una película con la que nuevamente Shyamalan trata de desasosegar al espectador conduciéndole hasta el espasmo final en un filme con un reparto de lujo, que se ha deshecho en elogios hacia esta recién llegada. Adrien Brody, Sigourney Weaver y hasta el rebuscado William Hurt han alabado el papel de Howard, que interpreta a una joven ciega que vive en una apartada aldea, aparentemente del siglo pasado, y de la que sus habitantes no pueden salir porque en los bosques que la rodean están "aquellos a quienes no se puede nombrar". "Creo que los papeles llegan a mí en determinados momentos para darme lecciones, y las películas se estrenan para introducir gracia y belleza en el mundo. Este filme llega en un momento muy apropiado", asegura casi con devoción, en referencia al subtexto político que se puede encontrar en la cinta.
El director escogió a Howard tras verla en una obra de teatro de estudiantes en Nueva York. "Me invitó a comer y me dijo que le llamara si me interesaba el guión. Yo contesté al instante: quiero el papel, me da igual el guión. Ese día estaba yendo a buscar trabajo", explica ella.
Su encuentro con Lars von Trier llegó poco después. "Fue una oportunidad mágica porque Lars no tenía ni idea de quién era mi padre, nunca me había visto en directo, me escogió a través de una cinta de vídeo. Por eso siempre digo que tengo la suerte de haber sido descubierta dos veces por dos directores muy diferentes". Howard tuvo la difícil tarea de construir un personaje-continuación del que interpretó Kidman en Dogville, algo que sin duda hará llover las comparaciones. "No me asusta porque son papeles muy diferentes", dice.
Aunque apenas tiene experiencia frente a las cámaras, se crió tras ellas, acompañando a su padre a los rodajes e incluso trabajando como asistente de producción. "A los actores nunca me acercaba. Les tenía mucho respeto". Comenzó a actuar en el colegio, aunque en su casa había una norma muy clara: prohibido ser niño actor. "Mis abuelos tuvieron que cambiar de vida para dedicarse a la carrera de mi padre y él no podía dedicarnos ese tiempo aunque hubiéramos querido". Quizá por esa experiencia precoz de su progenitor, "y por el miedo a ser prejuzgada", Howard repudió su vocación hasta que hace apenas cinco años anunció en casa que quería estudiar arte dramático. Su padre intentó primero persuadirla, pero finalmente se rindió a los deseos de su hija diciéndole: "Es una profesión muy bonita pero muy dura, que a mí me ha tratado muy bien, así que... adelante".
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