Roy Hargrove iguala a Superman en un intenso concierto
Estaba previsto que la armara y la armó. El trompetista de 34 años cerró la XVI edición de la Muestra de Jazz de Ibiza con una actuación exquisita, en la que recuperó la gloriosa tradición del 'funky-jazz' más sesentón.
En noche de plenilunio, el trompetista Roy Hargrove se arrimó a la sombra de Miles Davis en un concierto memorable no hecho para escucharse sentado. El recital, celebrado en el entorno del baluarte de Santa Lucía, sobre la bahía de la capital ibicenca, sirvió para cerrar la XVI edición de la Muestra de Jazz Injuve, que ha discurrido entre el 27 y el 31 de julio.
Con apenas 34 años, Hargrove ha quemado etapas como cualquier otro que le doblara en edad. Su aplomo y seguridad se combina con un gusto exquisito como improvisador. El trompetista y eventual cantante salió a escena en actitud desafiante, luciendo sobre la camiseta la S de Superman. Detrás suyo, una orquesta dos en uno: dos eran los instrumentos de cuerda (bajo y guitarra), dos los saxos, los teclistas y los baterías.
Hargrove y RH Factor no concedieron respiro. Fueron dos horas intensas para el recuerdo con la mejor música afroamericana del último medio siglo y no es por casualidad que, para el final, el jazz y el soul dejaran su lugar al afrobeat, el ritmo que definió la música del nigeriano Fela Kuti, el otro mito de la música negra del pasado siglo.
Antes que Hargrove, en días sucesivos, pasaron por el escenario las cuatro agrupaciones menores de treinta años seleccionadas por el Instituto de la Juventud para participar en los Circuitos de Música 2004. Sus intervenciones respectivas fueron lo mejor del festival, dando argumentos al optimismo en lo que respecta al futuro del jazz en este país. A Dolc Tab Jazz Project, primera de las agrupaciones en actuar, se debe el estreno de la dulzaina levantina como instrumento de jazz, mérito indiscutible por cuanto este instrumento cuenta entre las reminiscencias insólitas del patrimonio musical más primitivo y lo escueto de su mecanismo lo hace difícil no ya para el jazz, sino para cualquier tipo de género musical de una mediana sofisticación. En Ibiza, los alicantinos se atrevieron con una versión primorosa de Spain, de Chick Corea, que, tal y como sonó, parecía como si hubiera sido compuesta por su autor teniendo a la dulzaina levantina en mente.
Más sorpresas: Zafari Project y el trío del pianista canario José Alberto Medina rindiendo tributo al príncipe de los pianistas del jazz contemporáneo, Brad Mehldau. Decir que el discípulo no desmerece a su maestro no es exagerado, como tampoco lo es especular con un futuro de mieles para el músico palmero en línea con la tradición de un certamen que descubrió a los hoy indiscutibles Chano Domínguez y Perico Sambeat. Bien distintos fueron John Pinone, trío de trompeta, guitarra y batería que toma su nombre del jugador de baloncesto, ídolo de la demencia estudiantil. Entre chanzas y jacarandas, los Pinone desarrollaron un jazz muy serio. Su propuesta reúne pasado y presente, desde Louis Armstrong y Lester Bowie al free jazz y la música de circo. Su versión freaky del Himno Nacional con el título de Patriotas sin fronteras lleva camino de convertirse en un hit del underground musical.
Junto a una cumplida representación del jazz nacional más asentado, con la participación del guitarrista Ángel Rubio y el contrabajista Baldo Martínez, la Muestra 2004 contó con una doble representación escandinava. Los noruegos Solid! actuaron en su condición de ganadores en el Concurso de Grupos celebrado en el Festival de Jazz de Getxo 2003, mientras que el trío del pianista sueco Esbjörn Svensson, EST, se hizo acreedor a los mejores aplausos de todo el festival, lo que tiene su explicación. Su música tiende a halagar los oídos demasiado tiernos al jazz y, con frecuencia, se aproxima al sonido ambient, que por estas tierras isleñas es ley. Jazz para los que no gustan del jazz: EST rompen con la inercia del peor jazz y convocan multitudes con interpretaciones ajustadas al milímetro, donde el elemento electrónico se incorpora con naturalidad. Lástima que, para ello, empleen procedimientos tan resultones como tramposos, que garantizan el aplauso inmediato al precio de rebajar el contenido artístico.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.