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Reportaje:

Atenas vigila el cielo

La seguridad de los Juegos se refuerza con misiles Patriot

José Marcos

A menos de un mes para el inicio de los 26º Juegos de la era moderna, el terrorismo se ha convertido en la gran amenaza para el acontecimiento deportivo por excelencia de 2004. La última decisión del Gobierno de Kostas Karamanlis, que ya ha invertido unos 1.200 millones de euros -frente a los 300 de Sydney- para garantizar la seguridad de los más de 10.000 atletas que acudirán a Atenas entre el 13 y 29 de agosto, ha sido instalar seis baterías de misiles tierra-aire Patriot en el aeropuerto militar de Tatoi, al norte de la capital griega y muy cerca de la villa olímpica.

Los expertos plantean 200 hipótesis de atentados terroristas, desde El Pireo a la villa olímpica

Otros cohetes tierra-aire fueron emplazados, desde principios de mes, en otras cuatro ciudades, las cuatro sedes de los partidos de fútbol, mientras que en la localidad cretense de Heraklion se instalarán misiles S-300, de largo alcance y fabricación rusa.

La OTAN también se ha implicado y aprobó ayer mismo medidas de ayuda y apoyo militar durante los Juegos. A petición de Atenas, la Alianza Atlántica desplazará a la zona aviones de vigilancia AWACS, que se encargarán de vigilar el tráfico aéreo en un área de 400 kilómetros cuadrados. También desplazará buques de guerra y equipos de especialistas en la defensa contra acciones con armas biológicas y químicas. Hungría acaba de enviar un laboratorio móvil en el que trabajan nueve especialistas.

"Los atentados de Madrid nos abrieron los ojos", declara Maria Bossi, antigua consejera del Ministerio de Orden Público griego y considerada una de las mayores expertas del país en terrorismo. Un cierto temor recorre el continente. El 32% de los europeos cree que los Juegos de Atenas sufrirán un nuevo golpe de Al Qaeda, según una encuesta dada a conocer por la revista Time y la CNN.

Algunos expertos no descartan un ataque a través de la mafia albanesa. Tampoco faltan precedentes de atentados en los Juegos. En 1972, 11 atletas israelíes fueron asesinados en Múnich por un comando palestino y en 1996 en Atlanta hubo un muerto y un centenar de heridos por una bomba. Con estos casos y lo que ha ocurrido desde el 11 de septiembre de 2001, el temor a un nuevo golpe de Al Qaeda o de otra organización terrorista ha llevado a las autoridades griegas a montar el dispositivo de seguridad más complejo de la historia olímpica. Se han movilizado 41.000 policías, 10.000 soldados -200 de ellos especialmente entrenados contra un ataque con armas de destrucción masiva-, hombres-rana atentos a cualquier movimiento sospechoso en el puerto de El Pireo y agentes camuflados de vendedores ambulantes o de albañiles alrededor de las instalaciones olímpicas. Se han cerrado al vuelo ciertas zonas, se han repartido 24.000 máscaras de gas en los vagones del metro y se ha habilitado un doble perímetro de seguridad alrededor de la villa olímpica. Grecia, sin embargo, se muestra reticente a la presencia de agentes de seguridad extranjeros, pero ha fichado a responsables de la seguridad de los Juegos de Sydney y de los de invierno de Salt Lake City. Los griegos tampoco escatiman en imaginación. Aseguran haber previsto en el sistema de seguridad 200 hipótesis diferentes: bombas en hoteles, francotiradores apostados en las colinas que rodean Atenas, bombas de material radiactivo... hasta un avión de pasajeros secuestrado y estrellado contra el estadio olímpico. Pero el peligro puede ser más sencillo. "No es necesario un ataque con armas químicas o bacteriológicas; una pequeña demostración como la voladura de la puerta de un hotel sería noticia en todo el mundo. Sería como un gran anuncio publicitario. Y eso le encanta a Al Qaeda", subraya Bossi.

Una batería de misiles tierra-aire instalada en la base militar de Tatoi, cerca de Atenas.
Una batería de misiles tierra-aire instalada en la base militar de Tatoi, cerca de Atenas.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

José Marcos
Redactor de Nacional desde 2015, especializado en PSOE y Gobierno. Previamente informó del Gobierno regional y casos de corrupción en Madrid, tras ocho años en Deportes. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Trabajó en Starmedia, Onda Imefe y el semanario La Clave.

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