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Lágrimas en Sidney

Santiago Segurola

Con un pañuelo en la mano, la expresión compungida, las lágrimas que le brotaban, C. J. Hunter negó el 26 de septiembre de 2000, en plenos Juegos de Sidney, el uso de sustancias prohibidas, como se aseguraba en el informe de la Federación Internacional de Atletismo sobre los resultados del control antidopaje efectuado el 28 de julio en Oslo. Según dicha información, los análisis observaron una cantidad extraordinariamente elevada del anabolizante nandrolona en su organismo. El caso habría pasado más o menos desapercibido si Hunter no hubiera sido entonces el marido de Jones y uno de sus entrenadores. Ella misma dijo: "No temo que me acusen de juego sucio porque quienes me conocen saben que estoy limpia". El positivo de Hunter sirvió ya para que desde el COI se urgiera a EE UU a limpiar su propia casa, en lugar de criticar las actuaciones de los demás, lo que está haciendo ahora con su maquinaria judicial.

C. J. Hunter dijo que jamás haría nada por merecer el desprecio de sus dos hijos y de su mujer, Marion, con la que no tuvo. Aseguró que nunca tomó conscientemente nandrolona, y que la aparición de rastros de la sustancia en su orina podía deberse a la contaminación de alguno de los suplementos dietéticos que habitualmente consumía.

Eso mismo dijo el nutricionista Víctor Conte, que ya le acompañaba. Y añadió que la aparición de nandrolona podía deberse a la "deficiente manipulación de los laboratorios que fabrican el suplemento". Hunter, aunque logró plaza para los Juegos, no participó tras ser sometido un mes antes a una artroscopia de rodilla.

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