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Reportaje:

Un coral histórica, en la calle y sin sede

La sociedad La Floresta, fundada hace 126 años, desahuciada de su sede tras 84 años de tener el local alquilado

El pasado 26 de junio poco quedaba de la Sociedad Coral La Floresta, que con 124 años de vida es una de las más antiguas de Cataluña: apenas unos libros esparcidos en la calle y dos pianos en la acera. Unos transportistas -que Miguel Abad, propietario de la finca donde tenía su sede la coral, en la calle de Jocs Florals de Barcelona, niega haber contratado- habían cargado en su camión todo el material de la entidad y pretendían llevarlo a un basurero.

La Guardia Urbana, alertada por vecinos y miembros de la coral, detuvo al camión e instó a los transportistas a trasladar el material a un polideportivo cercano. Pero en vez de eso, los empleados de mudanzas dejaron tiradas en la calle las propiedades de la coral. Entre ellas, piezas de valor, como dos pianos (uno de los cuales quedó destrozado), un armonio y un poema dedicado ("A voces humanas con ecos divinos") de Víctor Català, y muchos libros, pinturas y fotografías.

Era el último episodio de un conflicto inmobiliario iniciado en 2003, cuando Miguel Abad Constructores, SL, compró el edificio donde se alojaba desde hacía más de 80 años la Sociedad Coral La Floresta, que tiene 20 cantores y 30 socios. Pese a que Abad cobró el primer mes de alquiler, a partir de febrero de 2003 decidió no reconocer a la entidad como inquilina, ya que tenían un contrato verbal de 1921 y los recibos, desde la década de 1930, iban a nombre de un antiguo secretario de la asociación, Sebastià Cuyas, fallecido. La coral continuó abonando el alquiler mediante giros postales, que le eran devueltos, por lo que decidió pagar mediante depósito notarial.

Mientras tanto, la constructora inició una reforma del edificio para ubicar en él seis viviendas y cuatro locales comerciales. Las obras afectaron a una viga de sustentación y los bomberos recomendaron desalojar la construcción en julio del año pasado. El distrito de Sants-Montjuïc exigió a la empresa que solventara el problema y obtuviera un certificado de estabilidad que Abad tardó nueve meses en presentar. Durante ese tiempo, la coral, que se había trasladado a unas instalaciones de la parroquia de Sant Medir, no pudo acceder a su local -la constructora derribó la escalera- ni comprobar el estado de sus bienes, por lo que dejó de pagar los recibos.

En mayo de 2004 los cantores pudieron volver a su local y lo encontraron destrozado. Además, Abad les había desahuciado. En realidad, desahució a un muerto, ya que dirigió el proceso contra el fallecido Sebastià Cuyas, aunque los miembros de la coral tardaron en enterarse, porque nadie se lo comunicó. En junio, la constructora ejecutó el desahucio, echó abajo la puerta de la coral y permitió la entrada de unos obreros para que iniciaran trabajos de reforma.

Abad asegura que el desahucio se llevó a cabo por vía legal y que "los miembros de la coral hubieran podido presentar sus quejas ante el juez y no lo hicieron".

La presidenta de La Floresta, Teresa Ferré, afirma que ellos nunca se enteraron del procedimiento legal, ya que se llevó a cabo contra el secretario fallecido y no se les comunicó la resolución del juez. La Floresta ha presentado una denuncia en el juzgado de guardia por desahucio "con mala fe" y acoso inmobiliario. También ha solicitado el asesoramiento de la Oficina Municipal de Información al Consumidor.

La coral nació en 1878, cuando unos obreros de una fábrica de cáñamo empezaron a reunirse en una taberna del barrio de la Bordeta para cantar. La asociación, que tuvo distintos domicilios antes de instalarse definitivamente en la calle de Jocs Florals, vivió tiempos de esplendor antes de la Guerra Civil. Como recuerda Ferré, "La Floresta era una entidad de referencia en el barrio, con actividades sociales, artísticas y culturales".

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