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Reportaje:TOUR 2004 | Decimotercera etapa

El otro equipo de Sastre y Hamilton

Los dos ciclistas se han unido para crear en Ávila un conjunto aficionado

Carlos Arribas

Seis ciclistas aficionados se quedaron sin equipo y llamaron a la puerta de Carlos Sastre. "Veré qué puedo hacer", les respondió. Sastre se sentía obligado a echarles una mano no sólo por su natural solidario, no sólo porque fueran chicos del Barraco (Ávila), su tierra, que entrenaban con él por las carreteras de Gredos. "Por ayudarles y seguir el trabajo de mi padre".

Hace más de 10 años, el padre de Carlos Sastre, Víctor, empezó a encandilar a los chavales del pueblo. Con la ayuda de otros adultos, preocupados por la mala formación de los niños, puso en marcha una escuela ciclista. Excursiones dominicales y sabatinas. Charlas. Equipo juvenil. Algunos nombres importantes: San Román, José María Jiménez... De la escuela, casi todos los de valor pasaron al Banesto amateur, bajo la vigilancia de Echávarri y bajo los mismos presupuestos, los mismos valores, antes que rendimiento, sacrificio, antes que rivalidad, respeto. En las siguientes camadas, ciclistas muy buenos, Navas, Lastras, Mancebo, Sastre... Pero la cadena empezó a romperse cuando el Banesto cerró el equipo. Y amenazó con hacerlo definitivamente cuando su patrocinador, Unitec, cerró el quiosco.

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"Se enteraron en noviembre de que no seguía su equipo y el 26 me llamaron", dice Sastre. "Pero enseguida ocurrió lo de mi cuñado y no pude hacer nada". El cuñado de Carlos Sastre, el hermano de su mujer, su vecino en El Barraco, era Jiménez, el Chava, y murió de sobredosis de cocaína el sábado 6 de diciembre. Fue un hecho terrible. Una realidad muy diferente a la idealizada apareció. Un preludio a la muerte de otro idolatrado, Marco Pantani, a las descarnadas revelaciones de Jesús Manzano. Y en ese contexto, vive Carlos Sastre sus sueños para mejorar el mundo.

"Y no sólo yo", dice. "A finales de enero me puse en marcha. Llamé a mis patrocinadores y se enrollaron. Cervélo pone las bicicletas, Speed Play, los pedales... Todos se mostraron dispuestos a colaborar, pero todavía faltaba mucho".

Cuando en 2002 fichó por el CSC, Sastre se hizo amigo de Tyler Hamilton, que llegaba del US Postal, donde había trabajado como lugarteniente de Armstrong. A Hamilton, que vive en Girona medio año, le encantó el humor de Sastre, su seriedad en el oficio. Hamilton tiene también preocupaciones sociales. A finales de 2003 puso en marcha la Fundación Tyler Hamilton. Dedica los fondos que recauda a la lucha contra la esclerosis múltiple. Por eso no lo dudó. "Tyler ya había montado un proyecto similar en EE UU y se mostró entusiasmado", dice Sastre. "De hecho, la Fundación Tyler Hamilton es la que corre con la parte más importante del presupuesto. También estamos proyectando un intercambio de corredores".

Con lo de Hamilton, las empresas contactadas por Sastre y la ayuda de algún amigo - Mancebo, que aportó un coche-, un nuevo equipo amateur echó a andar. Maillot blanco y rojo, culotte negro, 'Tyler Hamilton Foundation bien visible y también tres palabras que recuerdan cuál es el sentido del equipo, el sentido de la vida: "Esfuerzo, respeto, sacrificio". El director es San Román, el primer alumno de la escuela de Víctor Sastre que llegó a profesional.

El equipo aficionado durante su presentación.
El equipo aficionado durante su presentación.SANTI BURGOS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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