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Reportaje:MÚSICA

Ópera colectiva contra las guerras

La ópera contemporánea gana protagonismo en el Festival de Peralada (Girona) con el estreno mundial de 1714-Món de guerres, una innovadora y arriesgada ópera concebida por Josep Vicent que nace con vocación de romper los convencionalismos del género en un insólito trabajo colectivo firmado por Albert Mestres, autor del libreto, y siete compositores: Joan Enric Canet, Ximo Cano, Carles Dènia, Josep Maria Mestres Quadreny, Ramon Ramos, Rafael Reina y, naturalmente, Josep Vicent. El montaje se estrena el 23 de julio en el festival ampurdanés y podrá verse los días 27 y 28 en el Teatre Grec de Barcelona, en el marco del Fórum y el Festival Grec 2004.

No es una ópera histórica, aunque su título es un claro referente en la historia de Cataluña -la guerra de Sucesión española que para los catalanes acabó con la caída de Barcelona el 11 de septiembre de 1714-, y la ópera, estructurada en dos actos y en doce escenas, comienza en un mercado en el que de pronto explota una bomba: "La obra no se plantea como una ópera histórica. Usamos el año 1714 como un referente, pero no nos interesa el mito bélico, ensalzado por unos o demonizado por otros. Es una ópera contra todas las guerras y lo que hacemos es situar esa guerra al nivel de todas las guerras", explica Albert Mestres.

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"Cuando concebí el libreto, Sarajevo padecía un asedio, una situación similar a la que vivió Barcelona en 1714, pero no hay referencias a la realidad, sus escenas podían haber pasado la semana pasada o hace tres siglos. Es una ópera contra todas las guerras y retrata el bando en el que no hay más que perdedores, el de las víctimas civiles, eufemísticamente llamadas daños colaterales", comenta el autor.

La idea de la obra nació hace dos años, y su complejo proceso creativo, que ha unido en un mismo proyecto a siete compositores de estéticas y técnicas muy diversas, ilustra su espíritu renovador. "El carácter de obra colectiva es insólito, y más en el mundo de la ópera contemporánea, pero lo maravilloso es la energía común de la creación, de forma que la ópera no tiene siete partes separadas, sino que es la suma de todas ellas", comenta el director de orquesta y compositor Josep Vicent, responsable de la concepción y dirección musical de la obra.

El campo de batalla imaginado por Mestres es un violento, crudo y delirante paisaje del horror visitado por personajes célebres. Dos amigos, Panxo y Pinxo, son testigos de una conversación entre Jean-Jacques Rousseau y Cesare Beccaria, y los detienen bajo la acusación de espías. Tras ser torturados, los filósofos son ejecutados. En otra escena, un grupo de mujeres es violado por un batallón de soldados: el capitán ejecuta a uno de los militares que se niega a obedecer las órdenes.

En el segundo acto, el Marqués de Sade, que acompaña a las fuerzas de paz como observador, es acusado de violar a una niña que se prostituye para sobrevivir; ante la denuncia de un miembro de una ONG, la niña es fusilada y la cooperante, violada. Estalla la batalla y al final, Sylvia Plath busca basura entre cadáveres y heridos mientras las Furias-Parcas y Sade hablan sobre la inutilidad de los deseos del pueblo.

Nada mejor que una multi-

partitura, asegura Mestres, para "plasmar que la guerra es el caos, el desequilibrio, la mezcla. Un solo compositor habría aportado mayor coherencia estructural a la obra, pero habría perjudicado su fuerza dramática, que nace precisamente, de un tremendo contraste de estéticas y lenguajes musicales y escénicas". El espectáculo, dirigido escénicamente por Ramon Simó, ha tardado dos años y ha necesitado tres versiones para adquirir su novedosa estructura musical y teatral.

Ramon Simó, responsable de la puesta en escena, ha buscado "la máxima claridad y calidad posible para lograr que la fuerza de la música y de la voz llegue al espectador de la forma más directa". La voz cantada y hablada es el hilo conductor, la fuente inspiradora del montaje. "Hay un uso escenográfico de la imagen, con proyecciones y efectos videográficos. La mezcla de actores y cantantes es un reto más, y se juntan muchas técnicas de interpretación, experimentar con todo ello es un reto al que podemos llamar ópera, objeto poético u objeto teatral, que más da", explica Simó.

"Trabajar con estéticas musicales distintas es una experiencia excitante. La variedad responde al eclecticismo del libreto, y hemos encargado las secuencias a compositores muy diferentes", dice Vicent. "Las escenas que abren cada acto han sido compuestas por Josep Mestres Quadreny, que es el más experimentado de todos nosotros. Hay escenas en las que la música es casi incidental, otras con amplio vuelo melódico, incluso hay cante flamenco, en una escena que hemos compuesto Carles Dènia y yo. Hay una música mía que aparece por momentos y sirve para enlazar las diversas escenas".

El bajo Pau Bordas, el cantaor Carles Dènia y los actores Manel Barceló, Mireia Chalamanch y Xavier Mestres figuran en un nutrido equipo artístico que cuenta con las voces del Cor de la Generalitat valenciana, la Orquesta Pablo Sarasate de Pamplona y el conjunto The Amsterdam Percussion Group. El espectáculo, con un presupuesto de 634.000 euros, es una coproducción del Festival de Peralada, Fórum Grec 2004, Institut Valencià de la Música y la Fundación Pablo Sarasate de Pamplona.

El montaje operístico utilizará amplificación para lograr el equilibrio entre la voz cantada y hablada, y la orquesta. "Existen muchos contrastes dinámicos, hay escenas de muchísima fuerza y momentos muy delicados. La propia fuerza de la obra está en esas atmósferas contrastadas, que requieren un sistema de amplificación para guardar el necesario equilibrio", comenta Vicent, compositor de tres de las doce escenas que vertebran los dos actos de la ópera. "Todos los que hemos intervenido en su creación sentimos la necesidad de involucrarnos en la sociedad que vivimos, queremos lanzar un grito por la paz y ayudar a abrir una luz de esperanza y de futuro solidario", añade.

El director artístico Albert Mestres (izquierda) y el de escena Ramon Simó.
El director artístico Albert Mestres (izquierda) y el de escena Ramon Simó.

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