"La explosión nos lanzó a varios metros de distancia"

Antonio volvió a nacer ayer. Él y los cinco compañeros con los que se encontraba trabajando a mediodía en el interior de la subestación eléctrica de Unión Fenosa en la calle Almadén. Estaban desescombrando una galería por la que circulan los cables que llevan la luz a la ciudad y que había sido taponada con ladrillos para evitar atentados terroristas durante la celebración de la boda de los Príncipes de Asturias el pasado 22 de mayo.

Junto a ellos, varios empleados de una empresa subcontratada por la compañía eléctrica instalaban un nuevo transformador. Tras conectarlo, se marcharon a un bar cercano "a celebrarlo", dice Antonio, uno de los que se quedaron desescombrando. "Nos dijeron que habían puesto una cinta roja para que no nos acercáramos al transformador". Poco después, Antonio y tres compañeros salieron a la puerta del edificio a depositar los escombros. "Le dije a un compañero: 'Vete a por el botijo'. Cuando volvió, se produjo la explosión. Aquello parecía un huracán. Salimos volando unos metros. Las llamas traspasaban las ventanas". Antonio no podía contener las lágrimas mientras contaba, ya a salvo, lo que había ocurrido. "Es que, un poco más y nos revienta".

Los otros dos compañeros que se encontraban en el interior de la galería también resultaron afectados, aunque levemente. Uno de ellos es Manuel, que varias horas después seguía con los ojos enrojecidos, en parte por la arena que arrastró la onda expansiva, en parte por el nerviosismo de los momentos vividos. "Hemos vuelto a nacer. Si nos coge un poco más cerca, morimos todos achicharrados".

Cuando la zona se llenó de bomberos, servicios de emergencia y policías, él y sus compañeros se refugiaron en el bar Atocha. Se tomaron unas cervezas hasta que recibieron la llamada de su jefe. "Que nos podemos ir ya para casa. Que volvamos mañana por la mañana".