El alemán Ziesmer, paralítico
El gimnasta se rompió las cervicales entrenándose para Atenas
Ronny Ziesmer, campeón alemán de gimnasia que el día 26 cumplirá 25 años, ha quedado paralítico tras una grave caída sufrida el lunes mientras se entrenaba para los Juegos Olímpicos de Atenas. Los médicos que le atienden no tienen esperanzas de que salga de una situación irreversible. "Partimos de base de que persistirá la parálisis", señaló ayer el doctor Stephan Becker, del Hospital de Traumatología de Berlín, donde Ziesmer se encuentra internado. El gimnasta cayó y aparte de tener contusiones en brazos y piernas, no pudo evitar el impacto con la cabeza y el cuello, que le produjo la gravísima rotura de varias vértebras cervicales.
Ziesmer, 1,72 metros, 68 kilos, luchaba desesperadamente por mejorar su nivel internacional, discreto, lejos del de los últimos compatriotas que alcanzaron la élite cuando competían aún las dos Alemanias. Jürgen Geiger, o Eberhard Gienger, de la anterior República Federal de Alemania, y, sobre todo, sus entonces rivales de la RDA, todavía con mayor entidad: Sylvio Kroll, Andreas Wecker, Sven Tippelt o Michael Nikolay. La mayoría compitieron incluso en el mismo equipo alemán, ya unido, en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, tras la caída del Muro de Berlín y la reunificación del país.
Ziesmer estuvo en los Mundiales de 2003 en Anaheim (Estados Unidos), clasificatorios para los JJOO de Atenas, donde el equipo alemán logró la última plaza para Atenas (12a posición). Él, ni siquiera fue el mejor individual del equipo, sólo segundo, y acabó 49º en el concurso preliminar. No se clasificó para ninguna final aunque sí logró una buena puntuación en anillas, 9,612.
El precedente más famoso de gimnastas que tras sufrir una caída grave quedaron paralíticos fue el de la soviética Elena Mujina, en 1980. Campeona mundial en 1978 y con grandes esperanzas de completar su gran palmarés en los Juegos Olímpicos como tantas compatriotas, se rompió el cuello en vísperas de los Juegos de Moscú, en su país, también cuando se preparaba. Juan Antonio Samaranch fue a visitarla algún tiempo después y le entregó la Orden Olímpica como premio a su esfuerzo deportivo y para paliar aunque sólo fuera simbólicamente su gran desgracia.
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