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Reportaje:EL 10º CONGRESO DEL PSOE DE ANDALUCÍA

Olor a azufre

Los delegados intentaron rebajar la tesión por las crisis de Sevilla, pero la polémica gravitó durante toda la jornada

Calma total. Unidad sin fisuras. Eso es lo que dicen los dirigentes del PSOE sobre el desarrollo de la primera jornada del 10º congreso regional del partido, el segundo que protagoniza consecutivamente el portavoz en el Parlamento, José Caballos, que en el anterior vio desaparecer su secretaría de Política Institucional. Sus quejas y las de otros compañeros sevillanos sobre la falta de representatividad de esa agrupación en la ejecutiva y la supuesta discriminación presupuestaria de la Junta fueron minimizadas por los delegados durante todo el día de ayer. Y eso que el congreso se organiza en Granada, la tierra en que el agravio comparativo con otras provincias es cultura. El lugar donde el complejo del olvido existe desde que Boabdil entregó las llaves de la ciudad a las tropas castellanas hace más de cinco siglos.

Caballos y Pizarro coincidieron en el desayuno y se saludaron con frialdad
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Entre descanso y descanso, insignes nombres del Gobierno y el partido se empeñaron con dedicación en contradecir los titulares de las últimas semanas en los pasillos del Palacio de Congresos. "Me consta que la agrupación de Sevilla acatará lo que Chaves decida", comentó la diputada andaluza Clara Aguilera, que repitió las palabras del presidente de la Junta que animaban a superar "localismos y provincianismos estériles". Aguilera trató de apagar fuegos o por lo menos no avivarlos. "Me cuesta creer que los sevillanos hayan hecho esas críticas", dijo la diputada que sin embargo no ocultó su disgusto porque hubieran trascendido a los medios.

Razones parecidas esgrimió el consejero de Turismo y Deporte, Paulino Plata, quien antes de marcharse a comer insistió en la unidad y la coherencia del partido. "Somos un partido cohesionado, un partido en el que reina el buen rollo, como dirían los jóvenes, y que está muy implicado en la sociedad", declaró.

Menos comedidos estuvieron el diputado nacional Javier Torres Vela y el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez-Monteseirín. El primero, un poco enigmático, admitió que las exigencias de los sevillanos podrían traer algún que otro quebradero de cabeza. "En este congreso nos vamos a divertir, pero menos de lo que creen los periodistas", dijo Torres Vela. Monteseirín, más abierto, aseguró que trabaja para que sus compañeros críticos generen durante estos días los menores problemas posibles.

Pero por existir, el conflicto existe, aunque hay que analizar con lupa los discursos de los distintos intervinientes para seguirle las trazas. El secretario de organización, José Blanco, que subió al estrado después de escuchar a su homólogo andaluz, Luis Pizarro, se refirió a éste como su "maestro y fiel colaborador". El presidente del partido, José Moratalla, alabó el tándem Chaves-Pizarro que hace diez años tomó las riendas del partido, lo que, según dijo, supuso "una garantía" para el partido tanto en Sevilla como en Madrid. Caballos encabeza el sector crítico sevillano frente a Pizarro, que no ha dejado de apoyar las tesis del secretario general.

La anécdota más ilustrativa del distanciamiento se produjo fuera del Congreso. Por suerte o por desgracia a Caballos y Pizarro les ha tocado compartir hotel. Horas antes de la apertura, ambos dirigentes bajaron a desayunar al mismo tiempo al comedor. Caballos compartió mesa con su jefa de prensa y otros delegados sevillanos. En el extremo opuesto del salón, Pizarro tomaba café. El azar o el hambre quisieron que ambos coincidieran en el buffet, donde no se evitaron, pero se dieron un frío apretón de manos tras el cual, cada uno volvió a su sitio. Terminado el desayuno, el portavoz del grupo socialista en el Parlamento Andaluz enfiló la puerta parándose antes a saludar al consejero de Presidencia, Gaspar Zarrías, también presente en la sala. "Me voy, porque huele a azufre", le dijo. Juzguen ustedes mismos.

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