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LA LIDIA | FERIA DE SAN FERMÍN

Tres heridos, uno por asta de toro, en el último encierro de San Fermín

Los toros de Juan Pedro Domecq cerraron el octavo y último de los encierros de las fiestas de San Fermín con una carrera muy limpia y rápida, como viene siendo la tónica habitual de esta feria, a excepción de los toros de Jandilla, que protagonizaron un encierro caótico y peligroso. El hierro sevillano de los Domecq dejó en las calles de Pamplona tres heridos, uno de ellos por asta de toro, aunque sus animales no llegaron a generar situaciones dramáticas entre los corredores.

La cuesta de Santo Domingo, primer tramo de la carrera, fue encarada por la manada con los mansos en cabeza, aunque fueron los toros los que comandarían la torada desde entonces y en los dos minutos y treinta y cinco segundos que duró el encierro. En un primer momento, pese a la extremada velocidad exhibida por los de Domecq, se vivieron carreras bonitas y apretadas. En una de estas carreras en el trayecto de la Cuesta de Santo Domingo, un mozo fue alcanzado por velocidad, atropellado y corneado en el glúteo con una trayectoria interna de 10 centímetros. Después de esta cogida, el toro más rápido buscó con su mirada a más víctimas, pero no quiso hacer por los mozos que se guarecían en el vallado de la derecha de la calle.

El público no era excesivo, pero hubo peleas por situarse en la testuz de los toros

Con tres de los toros adelantados, el trayecto de la plaza del Ayuntamiento y Mercaderes estuvo marcado por tres caídas de los astados a la entrada de esta calle y también por otros tres resbalones al final de Mercaderes, en la ya típica curva con la calle Estafeta. Cuatro bureles enfilaron la calle por delante del resto de la torada. Uno de ellos se descolgó rápidamente y se creó una formación extraña, con tres astados seguidos por otros tres y, cerrando el grupo, todos los cabestros juntos, lo que viene a demostrar que este año los mansos no son tan rápidos como en ediciones anteriores.

Hubo peleas por situarse en la testuz de los animales, pese a que el público no era excesivo ayer en las calles de Pamplona. Muchos codos y algún tropezón con un solo objetivo: coger cuerno durante unos segundos y separarse sin ningún percance. Muchos lo lograron y generaron estampas pintureras, con el morro de los animales en el riñón de los corredores y sin causar cogidas. La recta de Telefónica y la bajada al callejón también siguieron esa tónica general, aunque en la entrada al coso se formó un pequeño montón que recordó al que días atrás les causó a dos corredores diversas heridas por asta de toro. Pese a los temores de los mozos, no sucedió nada.

Ya dentro de la plaza, los de Domecq se comportaron con nobleza, a excepción de los dos primeros erales, que tuvieron que ser guiados por los recortadores al interior de los corrales. El resto de la camada se introdujo muy rápidamente en chiqueros, como ha ocurrido durante el resto de la feria, eliminando una de las partes más peligrosas y masificadas del trayecto, en buena parte gracias a la excelente labor de los pastores y recortadores.

El escueto último parte recoge sólo tres heridos, además del mozo pamplonés de 43 años herido por asta de toro y cuya identidad no ha sido revelada; otro mozo pamplonés de 33 años, tampoco identificado, sufrió un traumatismo craneoencefálico y una contusión en el hombro. Por último, Jorge Garrandes, vecino de Miami (EE UU), de 51 años de edad, sufrió un traumatismo leve en su rodilla derecha, cerrando la lista de trasladados a centros médicos de todos los encierros con un balance positivo, sólo alterado por el muy recordado encierro de las reses de Jandilla.

Los toros de Juan Pedro Domecq a su paso por Mercaderes.
Los toros de Juan Pedro Domecq a su paso por Mercaderes.LUIS AZANZA
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