Martín Buscaglia recupera la sonrisa del cantautor
"Yo siempre he sido muy ecléctico, nunca he sido de tribus de escuchar esto sí pero lo otro no." Martín Buscaglia, 31 años, natural de Montevideo, pasea Ir y volver e ir (Lovemonk), su tercer disco en solitario, sin saber cómo definirlo. "No es música instrumental pero tampoco yo soy un cantautor al uso". "Lo que me atrae son las buenas letras, el trabajo poético cuidado y acompañado por arreglos con vuelo", añade el músico, que actuó el martes en Madrid.
Amigo de la percusión y la rima, bajista y guitarrista, Buscaglia aplica a su música la misma receta que a Cantacuentos, su grupo teatral y musical para niños de la televisión uruguaya. "Tengo una misión ante niños y adultos. Frente a la basura y los productos de consumo quiero ofrecer calidad." Con esa intención presenta Ir y volver e ir, que define como "un disco onírico e irónico en el que el viaje es un tema muy importante, aunque no es un álbum conceptual."
Buscaglia admite seguir con admiración los pasos de grandes de la música como Tom Waits o Arnaldo Antunes. "Soy muy fan de ellos", explica. De Brasil vienen, sin embargo, los sonidos que marcan el pulso de su música, "vital y melancólica". "Brasil es un paraíso en el sentido musical, incluso aún más que los Estados Unidos, que me interesa mucho. En Uruguay nos influye mucho porque Brasil nos queda al lado. Caetano Veloso es fantástico. Me fijo en gente como Egberto Gismonti o Hermeto Pascoal, que hacen una música instrumental superelevada".
Para el cantautor uruguayo, "todo suma. Todas las influencias te quedan... lo que escuchaste en algún momento tiende a salir por algún lado". Su disco mezcla percusiones con letras muy personales, guitarras con mucha presencia y bases de inspiración funky. "Me interesa el lado oscuro que aporta la música funky, su cosa negra, su lado swing y rítmico."
Canciones imaginarias
Hijo del intelectual uruguayo Horacio Buscaglia, Martín estuvo rodeado por artistas y músicos desde niño. "Al crecer en una casa como la mía el hecho artístico, que en realidad es mágico, me pareció siempre algo natural"."De pequeño estaba tan metido en la música que elaboraba clasificaciones imaginarias de canciones imaginarias para olvidarlos inmediatamente", explica.
De aquella infancia con Caetano Veloso o Milton Nascimento en el jardín también conserva un recuerdo especial hacia bandas como The Clash, Jethro Tull, los Beatles o el español Kiko Veneno. "De ellos llevo mucho, no como de otros que me aburrían por ser imitación de algo anterior. Por ser como museos", sonríe.
Ahora, cuando se plantea trasladarse a vivir "un ratito largo" a España, cuenta con un cicerone especial, su amigo el cantautor uruguayo Jorge Drexler. De la amistad no se deduce el parecido musical. "Yo soy una cosa más caótica, más bohemia", sentencia.
Babelia
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