Teoría del contraste
La delegada de más edad (69 años) del congreso y la más joven (20 años) reflejan la diversidad de la militancia del PSOE andaluz
De los 570 delegados del 10º Congreso del PSOE de Andalucía, Jessica Noemí García, de 20 años, es la más joven; y Amparo Jiménez, de 69 años, la mayor. Hacen mucho contraste. La benjamina, estudiante de Dirección y Administración de Empresas, es de un pequeño municipio del oriente andaluz, Polopos (Granada), con unos 1.400 habitantes; la decana, administrativa jubilada, vive en corazón de las decisiones políticas de la comunidad, Sevilla, y además es de la histórica agrupación centro. A Jessica la militancia le viene de herencia -su padre es el alcalde del pueblo-, Amparo se afilió al partido a contracorriente de la familia, cuyo patriarca, funcionario del Banco de España en Barcelona, ejercía de señor católico y de derechas de toda la vida.
La primera lee pocos periódicos, uno, el que le llevan a su padre al Ayuntamiento; la segunda, cinco. De ahí que Jessica no sepa siquiera quién es Pepe Caballos y acuda al congreso ajena a los agitados prolegómenos en los que el portavoz parlamentario ha sido figura estelar de la polémica. Amparo, sin embargo, es capaz de hacer un veloz retrato robot de la situación actual del PSOE y tiene una opinión muy definida.
Aunque las diferencias -sobre todo de edad, pues la veterana lleva en el partido siete años más de los que tiene la neófita- saltan a la vista, no son antagónicas. Las dos se declaran admiradoras de José Luis Rodríguez Zapateros y sus nuevos vientos y viven el auge del PSOE en España y Andalucía con entusiasmo.
Cuando Jessica le comunicó a los 14 años a su padre que quería hacerse del partido, éste le quitó de la cabeza las tentaciones miméticas y le recomendó la senda del análisis y la reflexión. "Estudia primero la historia de España y luego decide", cuenta que le respondió, así que se dedicó a devorar la enciclopedia hasta llegar al convencimiento, dice, de que la "lucha del PSOE por los obreros, las libertades y los avances sociales" merecían su afiliación. A los 18 años hizo la ficha en Polopos, dónde no había juventudes, de hecho sólo están contabilizados una treintena de militantes, aunque los socialistas ganaron la alcaldía en las pasadas municipales por un 59%. De espíritu aventurero, no quiso estudiar en Granada. "Aproveché una beca de movilidad para conocer gente y ver cómo me iba por mí misma y, entre las posibles universidades, descarté Madrid y Barcelona y elegí Salamanca porque es una ciudad que, por tamaño y otras características, puede parecerse a Granada". Antes había cursado estudios en Irlanda e Inglaterra. En Salamanca es un rara avis: "En una carrera como la mía, casi todos mis compañeros son de derechas y les sorprende mucho que yo pertenezca a un partido y encima de izquierdas", refiere entre risas Jessica, quien intentan cumplir con sus obligaciones de militante con su visita mensual a La Mamola, la parte costera de Polopos, municipio que vive en un 90% de la agricultura de invernadero.
El inicio de Amparo en el PSOE fue mucho más movido. Corrió delante de los grises en Barcelona, donde nació y se hizo del PSOE (no del PSC), en el tardofranquismo. A hurtadillas de su familia -que pese a que la madre era republicana y atea, nunca comprendió su participación en política- empezó a tomar conciencia y a trabajar, "pero siempre sin significarme porque soy muy tímida y no he ocupado nunca un cargo". Tras una visita casual a Sevilla, se quedó (sus abuelos eran andaluces). Se incorporó a la incipiente autonomía como administrativa, primero de interina y después con plaza ganada en unas oposiciones. Su último destino fue Obras Públicas. "Siempre he dicho que era del partido, nunca me he escondido, me parece importante definirse, por eso suelo tener muchas peleas con los taxistas", relata Amparo, que ahora reparte su tiempo entre la pintura, las clases de ordenador y las tareas que desempeña en la agrupación centro: "Cojo teléfonos, relleno sobres y esas cosas".
Confiesa que en un primer momento Zapatero le pareció blando. "Es que yo tengo verdadera adoración por Felipe González, un hombre que revolucionó España y que en aquellos momentos resultó fundamental porque los españoles necesitaban admirar a una persona de izquierdas", se justifica. Y añade a renglón seguido que ha cambiado radicalmente de opinión sobre su actual secretario general y presidente del Gobierno: "Me gusta sus maneras, pues, en realidad, son las mías: el consenso, el diálogo... Es una forma nueva de hacer que está muy bien".
Si a la joven Jessica lo que más la gusta del PSOE es su perfil social, que corroboró en los libros de historia, y la "fuerza" de Zapatero, a Amparo "la libertad para poder hablar". Aún no saben si formarán parte de algunas de las cuatro comisiones de la ponencia marco. Son nuevas en un congreso y pertenecen al sexo minoritario de los delegados: un 42,28% de mujeres frente a un 57%,72 de hombres. Están en los extremos de edad (la media es de 42 años), pero comparten el interés por la política y la ilusión por su partido.
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