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Columna
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Lizartza, o las vergüenzas del PNV

No es que sea algo inédito. Ya Mao Zedong ensayó, en 1935, su modelo de sociedad en los territorios de Yenán, (Shesi, China) antes de extenderlos a todo el territorio chino. No; el señor Zedong no era cicloturista, ni, por lo que sé, llegó a subir en su vida el Tourmalet. Pero, en palabras del cronista británico Edgar Snow. cruzó "18 cordilleras, cinco de las cuales estaban coronadas de nieve, y 24 ríos. Pasó a través de 12 diferentes provincias y ocupó 62 ciudades..." -se le llamó Larga Marcha- antes de poner en práctica su experimento. Creo que es mérito suficiente como para asimilarlo a nuestro mocetón del GBB y a su grupo, Zazpiak Bat, entusiastas del Tour, la parrillada al borde de la carretera, y la política de arquitectura-diseño-y-geometría sobre el paisito. Creo que en el supuesto improbable de que hubiera pedido una subvención al Gobierno vasco para su Marcha, el señor Zedong debiera haber sido cuanto menos considerado en su petición.

En serio, ¿saben que durante años, por el apoyo que obtenía de aita Xabier, los destinos del país estuvieron en manos de este cicloturista que ahora juega sin gaseosa ni red con un municipio de 644 habitantes? Quería hacer una "nueva arquitectura" para el territorio, "sabía" que Aznar claudicaría para el 2004 (ya ven cómo lo va haciendo... y el año corre), negociaba en Medina del Campo o en Aranda de Duero con quienes llevaban las herramientas de matar, con los verdugos, y acabó suscribiendo ese pacto llamado de Lizarra o Estella que implicaba coartar la libertad de muchos de nosotros. Todo aquello resulta hoy parte de lo más triste de nuestro pasado (con el franquismo): al país lo manejaron un tiempo los verdugos a su antojo.

Ahora (sostenerla y no enmendarla) ha vuelto por donde solía en su República Abertzale de Lizartza, donde obtuvo la alcaldía en el 2003 con 131 votos frente a 253 votos nulos promovidos por la ilegalizada candidatura Axurdario. Quería, el mocetón, ceder tres concejales -no cuatro (¡la alcaldía no!); en total son siete- a quienes le habrían doblado en votos. El EBB le ha desautorizado. Era inevitable.

Pero esta anécdota, equiparable tan sólo a la Larga Marcha de Mao Zedong y su experiencia en Yenán, deja al aire las vergüenzas del propio PNV de Ibarretxe e Imaz. De acuerdo, desautorizan a Egibar (tras cinco horas de debate, no se olvide). Deben apartar de sí la imagen de partido irresponsable, próximo a los asesinos. Egibar se ofrece, cual cordero propiciatorio, a la operación, y ejerce de perro flaco. Deben recuperar la imagen de respetabilidad, de gente de orden; de personas responsables que trabajan sin incidencias por nuestro futuro. Vale, de acuerdo. Pero mientras mantengan en pie ese proyecto que en mala hora -piensa ya más de uno dentro del partido- se les ocurrió, nada resulta creíble. Les resultó rentable que Egibar se midiera con Ibarretxe... digo, con Imaz, en las elecciones para presidente del EBB. Más aún, que aita Arzalluz se inmolara voluntariamente en Vizcaya. Ahora les es de gran utilidad que el cicloturista de Andoain intente emular al señor Zedong en su República de Lizartza. Pero, ¿qué se ofrece a cambio? La incertidumbre y la pésima factura legal y política del Plan Ibarretxe.

Cuando en España y en Europa se vislumbran aires de cambio razonable (que huelen las buenas familias de Barcelona, como las hienas huelen la sangre), el País Vasco, Euskadi, se encuentra descolocado. O el disparate Ibarretxe o la nada. Ésa no es una alternativa.

Alguien deberá encabezar una coalición pragmática, serena, progresista; un equipo capaz de presentarse ante las nuevas instituciones y ante la ciudadanía como un interlocutor a considerar. Bitartean, jai dugu (Aitor; o puede que el memorable Imanol; gogoan zaitugu).

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